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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Eduardo Trigo

Emilio de Miguel Calabia el

Me he fijado en que los buenos escritores de novelas policíacas tienen su propio sello original, algo que los identifica.

En las novelas de Henning Mankell, por ejemplo, uno sabe que se encontrará una descripción bastante deprimente de la sociedad sueca, como una sociedad que se está desmoronándose, y un detective que podría haber salido de una película de Ingmar Bergman, atormentado, solitario… Pedro Herrasti nos ofrece novelas con una ambientación histórica muy trabajada. Las novelas de John Burdett, ambientadas en Bangkok, introducen el choque cultural y el elemento espiritual. Se ve que el Sudeste Asiático estimula la creencia en los espíritus, porque las novelas del también británico Colin Cotterill, que transcurren en Laos, incluyen muchos elementos paranormales.

¿Y las novelas de Eduardo Trigo? Yo destacaría dos rasgos: el cuidado que pone en la descripción de la realidad social y la caracterización cuidada de los personajes.

En cuanto a lo primero, en las novelas de Trigo uno puede encontrarse escorts de lujo, tráfico de órganos, policías hipercorruptos… se diría que su visión de la sociedad y de la condición humana es más bien sombría y cuanto más asciende uno en la escala social, más negras se vuelven las cosas. “Borja, por su parte, llevaba la etiqueta puesta. Niño pijo de Máster metido a banquerito de inversión. Con el tiempo llegó a lo más alto. ¿El secreto? Hacer ganar a los listos el dinero de los incautos (…) Sonrisa, buenos modales, comisiones y muchas cenas. Un ventajista almidonado al que la voracidad fiscal del Gobierno hacía rico. (“Martina”)” Sospecho que haber sido jurista y abogado procesalista no es algo que ayude a ver las cosas con tintes rosados.

En cuanto a lo segundo, Trigo no es de los autores que despachan a sus personajes con un par de adjetivos. Él cuenta su trayectoria y pone mucho cuidado en su perfil social. “Manuel Arlanza (…) era un hombre inteligente y sin escrúpulos [otro escritor se habría conformado con describirlo con esos dos adjetivos. Trigo se lo curra mucho más]. Su padre fue un hombre rígido de costumbres, pero él se torció como un sarmiento en cuarto de Medicina, tras un viaje a Ibiza donde descubrió la vida muelle y el sabor de muchos vicios (…) Manuel odiaba a su padre y también vivir de un sueldo escaso en el Instituto de Medicina Legal de Madrid… (“Muerte en la colmena”)”

Con algunas excepciones, la mayor parte de los personajes de Trigo son amorales y egoístas y su principal motor es la codicia. Está el inspector de policía corrupto, que utiliza su poder para acostarse con todas las mujeres que puede y que no aprecia el amor de ninguna (“Martina”). Está el ministro zafio y putero, que sólo piensa en coños (evidentemente se trata de un personaje de fantasía. Es inconcebible un ministro putero) (“Martina”). Está el psiquiatra megalómano y manipulador (“Martina”). Está el médico corrupto que desvía órganos para hacer transplantes a gente que puede pagar millonadas por ellos (“Muerte en la colmena”).

Por suerte, entre tanta podredumbre hay algunos personajes honestos. El principal es la fiscal Genovena Santa Olaya, “…atractiva e inteligente (…) una idealista aventurera en un mundo prejuicioso (…) allí se entregó a toda causa perdida, lejos de componendas, tratando por igual a desfavorecidos y poderosos. (“Martina”)”. Pero también está su pareja, el abogado Álex Jaureguizar, también honesto y concienzudo.

Trigo lleva publicadas dos novelas, “Martina”, donde el eje es la vida de las escorts extranjeras, y “Muerte en la colmena”, una novela sinfónica, con muchos malos y transplantes de órganos.

 

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