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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

El otro padre de Pakistán (1)

Emilio de Miguel Calabia el

Si Jinnah no hubiese existido, sin duda el padre de Pakistán habría sido Muhammad Iqbal. Muhammad Iqbal pertenecía a una especie que se dio en la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del XX: el musulmán que adquiría una sólida educación occidental y en la segunda mitad de su vida se dedicaba a redescubrir sus raíces islámicas y a preguntarse cómo podría modernizar su cultura. Es un perfil que hoy sería impensable. El musulmán que va a formarse en Occidente, generalmente acaba con un master en administración de empresas, no en filosofía. Los interesados en filosofía acaban en El Cairo.

Iqbal provenía de un ambiente modesto y muy religioso. Sus primeros estudios los hizo en una escuela religiosa, donde estudió el árabe y el Corán. Allí tuvo la suerte de contar como maestro con Syed Mir Hassan. Syed Mir Hassan era un maestro que sabía cómo motivar a sus alumnos e inspirar en ellos el gusto por el árabe, el persa y la literatura. Mir Hassan se dio cuenta del talento de Iqbal y aconsejó que le matriculasen en la Escuela de la Misión Escocesa de Sialkot.

La Escuela de la Misión Escocesa tenía un plantel notable de profesores y pocos alumnos. Era la mejor institución de la provincia para adquirir una formación occidental. De esa escuela pasó al Colegio del Gobierno en Lahore, donde tuvo como profesor de filosofía al orientalista Thomas Arnold. Arnold fue excepcional para su tiempo: había desarrollado un interés genuino y admirativo por la historia, la filosofía y el arte islámicos. Arnold familiarizó a Iqbal tanto con su propia tradición filosófica musulmana como con la filosofía occidental. En Lahore Iqbal estudió árabe, donde destacó, filosofía y literatura inglesa.

Resulta interesante que en esta etapa a Iqbal se le habría podido considerar como un nacionalista indio. En 1904 escribió “Taranah-e-Hindi” (Himno de Hindustán”). Es un poema muy aleccionador a la vista de lo que fue su carrera posterior. Algunos de sus fragmentos más significativos son:

Mejor que el mundo entero, es nuestro Hindustán,/somos sus ruiseñores y es nuestro jardín (…) La religión no nos enseña a tener resentimiento entre nosotros/ somos de la India, nuestra patria es Hindustán./ En un mundo en el que las antiguas Grecia, Egipto y Roma se han desvanecido sin dejar huella,/ nuestro nombre y enseña viven todavía hoy/ Tal es nuestra existencia que no puede ser borrada/aunque durante siglos el ciclo del tiempo ha sido nuestro enemigo”…

Se trata de un himno panindio que hubiera podido ser suscrito con facilidad por un Tagore o por cualquier miembro del Congreso Nacional Indio. De hecho se convirtió en un himno de oposición al gobierno británico en la India.  Parece que fue su paso por Inglaterra el que convirtió al nacionalista indio Iqbal en el propagandista islámico Iqbal.

En 1899, al terminar sus estudios, Iqbal se convirtió en lector del Colegio Oriental de Lahore y tal vez habría terminado convertido en un erudito local que escribía buena poesía, si no hubiese sido por Arnold, que le aconsejó que continuase sus estudios en Inglaterra. Iqbal llegó al Trinity Collage de Cambridge en 1905.

Entre sus profesores tuvo a John McTaggart, un hombre polifacético, que lo mismo enseñaba a Hegel, que se interesaba por el sufismo y la novela inglesa y que había pasado del ateísmo a la defensa del anglicanismo más conservador. Otro de sus profesores fue Alfred North ·Whitehead, matemático, lógico y filósofo, que compuso junto con Bertrand Russell los “Principia Matemática”. También estudió con James Ward, quien defendía que el universo está compuesto de mónadas psíquicas de diferente de nivel que interactúan para la mejora mutua. En resumen, Iqbal pudo frecuentar a algunos de los filósofos británicos más creativos del momento.

Pero sus contactos en Cambridge no se limitaron a los filósofos. También trató a los orientalistas Edward Browne y Reynold A. Nicholson. Browne había estudiado árabe y persa y fue el fundador de la Escuela de Lenguas Orientales Vivas en Cambridge; su especialidad era Persia y Afganistán, especialmente su literatura y la historia de la religión baha’i. Nicholson estaba especializado en literatura islámica y misticismo musulmán y está considerado uno de los grandes estudiosos y traductores al inglés de Rumí, un místico que ejercería una gran influencia sobre Iqbal. Allí también trató a Syed Ali Bilgrami, un nativo de Hyderabad, que era lector de marathi y además daba clases de árabe y sánscrito, además de haber publicado libros sobre temas tan variados como la civilización árabe, el libro de “Kalila y Dimna” y los templos excavados de Ellora.

Como, increíblemente, aún le quedaban tiempo y ganas, Iqbal también estudió Derecho y aún tuvo energías para enseñar árabe en la Universidad de Londres y para dar seis conferencias sobre el Islam. Y en ratos perdidos leía y escribía poesía. Fue en Inglaterra donde empezó a privilegiar el persa sobre el urdu como vehículo para sus composiciones.

 

 

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