Emilio de Miguel Calabia el 09 feb, 2020 En enero de 1973 finalmente EEUU y Vietnam del Norte alcanzaron un acuerdo de paz. EEUU pidió que el alto el fuego conseguido en Vietnam se extendiese a Laos y a Camboya. Hanoi aceptó la extensión a Laos del alto el fuego, pero dijo que su influencia sobre los comunistas camboyanos era limitada y que no lo podían garantizar. EEUU creyó que Vietnam del Norte estaba actuando de mala fe. Sólo seis años y millón y medio de muertos más tarde, EEUU descubriría que los norvietnamitas no habían mentido y que los comunistas camboyanos eran intratables. El tercer aniversario del golpe de estado se celebró con “fuegos artificiales”. Un piloto de la fuerza aérea soltó dos bombas sobre el compound de Lon Nol. Mató a 43 dependientes de militares que vivían en el compound, pero Lon Nol no sufrió ni un rasguño. Por una vez Lon Nol reaccionó con celeridad. A las pocas horas declaró el estado de sitio, suspendió las libertades civiles, cerró los periódicos no-gubernamentales y extendió el toque de queda. EEUU presionó a Lon Nol para que abriese el gobierno a la oposición. Los acontecimientos se precipitaron en el mes de abril. El día 4 Lon Non dimitió como Ministro de Interior y partió a un largo viaje de tres meses por el extranjero. El 17 de abril el Primer Ministro Hang Tuk Hak dimitió. El 23 de abril Lon Nol suspendió las Cámaras legislativas por seis meses y encargó a Sirik Matak la constitución de un Alto Consejo Político, que en la práctica ejercería las funciones de gobierno. En el Consejo entraron también In Tam y Cheng Heng. Eso sí, Lon Nol procuraría desde el principio que los miembros del Consejo estuviesen peleados entre ellos, no fueran a hacerle sombra. Tal vez si Lon Nol hubiera estado a lo que tenía que estar, aún habría podido darle la vuelta a la situación bélica en abril de 1973 y conseguir un empate. Por esas fechas los khmeres rojos ya habían empezado a pegarse algunos tiros en el pie. Con su xenofobia se habían alienado a los norvietnamitas que retiraron una buena parte de su apoyo; además, después del acuerdo con EEUU, el escenario camboyano les era menos relevante. La retirada del apoyo vietnamita en parte fue compensada por los envíos chinos de armas y municiones. El maximalismo de los khmeres rojos y la dureza con la que gobernaban las zonas “liberadas” hizo que una parte del campesinado comenzase a resentirse. No pocos optaron por huir a las ciudades. Los khmeres rojos perdieron mano de obra y reclutas, pero el gobierno, por su parte obtuvo un aluvión de refugiados que superaban sus capacidades de abastecerlos. El gran problema de Lon Nol es que todo el rato pensó que los bombardeos norteamericanos le ganarían la guerra. Es cierto que en 1973 los bombardeos salvaron al régimen y que sin ellos los khmeres rojos habrían podido ganar. Pero los bombardeos tuvieron tres efectos negativos: 1) Causaron la disrupción de la vida y las redes rurales, haciendo a los campesinos más receptivos a la propaganda de los khmeres rojos; 2) La violencia de los bombardeos hizo creíble la propaganda de los khmeres rojos de que un acuerdo con el enemigo era imposible; 3) Las FANK perdieron el poco espíritu combativo que tenían, confiadas en que los bombardeos norteamericanos les harían el trabajo sucio. Esa confianza en los bombardeos norteamericanos quitó urgencia a la necesidad imperiosa de asegurar que las FANK se convirtiesen en un Ejército realmente efectivo. Este punto tiene enjundia y me voy a detener un poco más en él. Con la que estaba cayendo, una buena parte del presupuesto militar se iba en corrupción. Los camboyanos afirmaban que tenían 250.000 efectivos; la estimación norteamericana era que como mucho había 150.000 hombres en uniforme y que de éstos entre 80.000 y 100.000 habían recibido algún tipo de entrenamiento. Y de la moral de combate ya ni hablemos. Y puede que eso no fuese lo peor de todo. Sin duda lo peor de todo era que la corrupción era tan rampante que no pocos oficiales vendían a los khmeres rojos las armas que les entregaban los norteamericanos. La situación de la República era cada vez más patética. Controlaba el 60% de la población, pero solo el 25% del territorio y disminuyendo. 750.000 refugiados se hacinaban en las ciudades a mediados de 1973 y más seguirían llegando. Los refugiados vivían en las calles como podían. Junto a ellos, los privilegiados del régimen conducían coches alemanes y bebían champán francés, como si la guerra no fuese con ellos. Para los que no eran privilegiados, conseguir provisiones se convirtió en un ejercicio cada vez más caro y difícil. Pero la guerra sí que iba con todo ellos, los privilegiados, los ciudadanos ordinarios y los refugiados. Lentamente los comunistas iban estrechando el cerco a las ciudades, a las que bombardeaban con creciente intensidad. Y sin embargo, la mayor parte, empezando por Lon Nol, se mantenían optimistas, pensando que o bien los EEUU les salvarían en último extremo, o bien se acabaría llegando a algún tipo de acuerdo con los comunistas. El milagro norteamericano nunca llegaría. De hecho, a medida que pasaban los meses se alejaba. Los congresistas se preguntaban cada vez más seriamente por lo que estaban haciendo en Camboya, una vez que se habían firmado los acuerdos de paz de París y que EEUU se había retirado más o menos ignominiosamente de Vietnam del Sur. Un Nixon cada vez más tocado por el escándalo Watergate tuvo que acabar cediendo a las presiones del Congreso. El 15 de agosto de 1973 cayó la última bomba norteamericana sobre Camboya. Los últimos bombardeos norteamericanos proporcionaron un pequeño respiro al régimen de Lon Nol. Las tropas de los khmeres rojos que estaban atacando Phnom Penh quedaron muy dañadas y tuvieron que interrumpir su actividad bélica. En los siguientes meses los khmeres rojos centrarían sus ataques en las capitales provinciales más desprotegidas. Uno sabe que tiene una guerra civil perdida, cuando las Embajadas extranjeras empiezan a irse. Nadie quiere tener relaciones con un condenado a muerte. La Conferencia de los No Alineados de septiembre de 1973 condenó a EEUU y al régimen de Lon Nol. A esas alturas 44 países reconocían al Gobierno Real de Unidad Nacional de Kampuchea (GRUNK), nominalmente liderado por Sihanouk. En octubre la Embajada soviética en Phnom Penh cerró sus puertas y poco después lo hizo la de Alemania Oriental. En diciembre únicamente el lobby intenso de EEUU consiguió que por cinco votos la Asamblea General de NNUU revalidase al Gobierno de Lon Nol como gobierno legítimo de Camboya. A esas alturas, las mayores esperanzas norteamericanas eran que el régimen de Lon Nol se estabilizase y que las FANK aumentaran su eficacia, de manera que pudieran negociar desde una posición ventajosa con los comunistas. Sí, EEUU ya no hablaba de ganar la guerra en Camboya. A finales de 1973, la mayor parte del establishment había llegado a considerar que Lon Nol era EL PROBLEMA. EEUU no sentía ningún entusiasmo por él, pero la experiencia survietnamita le había enseñado a no apoyar golpes de estado. Prefería que los políticos camboyanos de alguna manera se pusieran de acuerdo y trabajasen juntos. El 19 de noviembre un teniente de la fuerza aérea decidió poner fin a las querellas políticas lanzando cuatro bombas sobre el palacio presidencial. Sus motivos eran tan loables como mala su puntería. Murieron un guarda, un empleado y una mujer. Lon Nol salió ileso. 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