
El siguiente hito en el ascenso global de EEUU fue la Conferencia sobre Desarme de Washington, que tuvo lugar entre el 12 de noviembre de 1921 y el 6 de febrero de 1922. La Conferencia por iniciativa esencialmente de EEUU se centró en el desarme naval. Precisamente el desarrollo de la Armada alemana había sido uno de los factores que habían conducido a la carrera de armamentos previa a la I Guerra Mundial.
La Conferencia fue un inmenso éxito para EEUU, que demostró que aunque se hubiera colocado al margen de la Liga de Naciones, podía jugar un papel destacado en la conformación de la política global. En la Conferencia, maniobrando de maneras sanctas y non sanctas, EEUU consiguió introducir una cuña en la alianza anglo-japonesa que se remontaba a comienzos de siglo. EEUU desconfiaba de las tendencias expansionistas japonesas y de sus ambiciones en China y prefería separarla de su aliado británico. Japón habría estado más que contenta si se la hubiera incluido en un directorio anglo-norteamericano-japonés, pero esa posibilidad nunca estuvo en los papeles. Tal vez los japoneses eran demasiado “amarillos” como para que las potencias anglosajonas los trataran en pie de igualdad. Los resultados de la Conferencia en términos de desarme fueron positivos, pero no sobrevivirían al caos de los años 30. Y, peor todavía, la Conferencia dejó tras de sí a un Japón cabreado y cada vez menos pro-occidental, que diez años más tarde comenzaría con su aventura en Manchuria, con todo lo que vino después.
El capítulo 11, con el título de “Arquitectos del Sistema de Alianzas Norteamericano” (que pronto habría que actualizar con una addenda que se titulase: “Destructores del Sistema de Alianzas Norteameticano”), narra la historia de quienes construyeron el orden liberal de posguerra que tanto ha beneficiado a EEUU.
La II Guerra Mundial había dado por tierra con la asunción tradicional norteamericana de que estaban protegidos por el Océano Atlántico y el Pacífico. Pearl Harbour había sido un golpe duro para la psique norteamericana. En 1945 un panel de expertos convocados por la Brookings Institution para hablar sobre el futuro de la seguridad norteamericana, concluyó que era indispensable impedir que ningún poder o coalición controlase Eurasia. Para conseguir este objetivo EEUU necesitaría aliados. Lo malo es que el lugar principal en el que esos aliados podían encontrarse,- Europa Occidental-, estaba devastada y no parecía ser capaz de recuperarse por sus propios medios.
Un toque de atención que reverberó por toda la Administración norteamericana ocurrió el 21 de febrero de 1947, cuando el Reino Unido anunció en seis semanas suspendería toda la asistencia que proporcionaba a Grecia y a Turquía, dos países donde la amenaza comunista era seria. Como dijo el Subsecretario de Estado para Asuntos Económicos, Willian F. Clayton: “Las riendas del liderazgo mundial se le están resbalando a las muy competentes pero muy débiles manos británicas.” El mundo había quedado reducido a dos hegemones, EEUU y la URSS. Clayton consideró que EEUU tenía que ofrecer a Europa una alternativa al comunismo soviético. La madre del cordero sería si el Congreso y la opinión pública norteamericana aceptarían que el país se involucrase en los asuntos europeos. Para ganarse al Congreso el presidente Truman tuvo que recurrir a una teoría del dominó “avant la lettre”: si Grecia caía, seguirían Irán, Oriente Medio, Egipto, África…
La consciencia de la debilidad de Europa y de la imposibilidad de trabajar con los soviéticos, agudizada por el fracaso de la Conferencia de Moscú (10 de marzo-24 de abril de 1947) estuvieron en la base del Plan Marshall, cuyo nombre oficial era “Plan de Recuperación Económica”. George Kennan fue la persona a la que encargaron un documento de análisis sobre la situación. Kennan definió como objetivo a alcanzar una Europa autosuficiente. Otra persona que tenía una conciencia aguda de los problemas europeos era William F. Clayton. Clayton observó que EEUU había subestimado el nivel de destrucción en Europa y no habían tenido suficientemente en cuenta los efectos de la dislocación económica: nacionalización de industrias, reforma agraria drástica, ruptura de vínculos comerciales tradicionales, desaparición de empresas por la muerte de sus propietarios o la pérdida de capital. Obsérvese que algunos de estos efectos iban en contra de una aproximación europea al modelo norteamericano. Por ejemplo, la nacionalización de industrias, anatema para EEUU, puede ser positiva en determinadas coyunturas. Clayton concluyó que Europa necesitaba dinero y una federación económica, no un conjunto de economías compartimentadas. Y que era EEUU quien tendría que asumir el papel director.
Hasta muy tarde los norteamericanos pensaron que sería posible mantener con la URSS la alianza que habían tenido durante la guerra. Quien haría que los norteamericanos se cayesen del guindo fue George Kennan. EEUU ya había recibido señales que indicaban que Stalin pensaba más en destruir el mundo capitalista que en mantener una alianza. El discurso del Stalin en el teatro Bolshoi en el que predijo la aniquilación del capitalismo, las operaciones de espionaje para hacerse con secretos atómicos… El conocido como el Telegrama Largo de Kennan proporcionó el marco conceptual necesario para hacer frente a la amenaza soviética. Kennan describió las inseguridades tradicionales de Rusia, ahora disfrazadas con la retórica del marxismo-leninismo, que la conducían a armarse y a buscar la confrontación con Occidente. La URSS no creía que a la larga fuera posible un modus vivendi con Occidente. El Telegrama de Kennan cayó una bomba sobre el establishment norteamericano, que aún apostaba por la convivencia. Más tarde, en septiembre de 1946, dos asesores de la Casa Blanca, Clark Clifford y George Elsey, elaboraron el informe “Relaciones americanas con la URSS” que abundó en lo ya avanzado por Kennan, e incluso le dio un tono más ominoso.
Otra preocupación de EEUU era crear un sistema que diese estabilidad a la economía y al comercio globales. Una economía y un comercio globales inestables habían sido unos de los factores que condujeron a la II Guerra Mundial. En negociaciones con el Reino Unido, EEUU establecería las instituciones de Bretton Woods (el FMI y el Banco Mundial) para “mantener la paz y la estabilidad más que para producirlas (palabras del historiador y economista Benn Steil).” Para quien esté interesado en los entresijos de Bretton Woods hay dos libros interesantes “La diplomacia del dólar y la esterlina: orígenes y futuro del sistema de Bretton Woods‑GATT”del ex-Embajador de EEUU en España Richard N. Gardner y “La batalla de Bretton Woods” de Benn Steil. En ellos puede verse la lucha desesperada del Reino Unido para mantener su liderazgo económico y financiero global, o alnmenos una paridad con EEUU. Como dice Zoellick, “el Reino Unido no era el rival económico potencial- o el socio- que los decisores políticos norteamericanos habían imaginado. Había perdido una ingente riqueza nacional, las ganancias de las inversiones y las exportaciones…”
En 1947 tuvieron lugar las negociaciones del GATT. EEUU, la principal potencia comercial mundial, quería la implementación de un sistema de comercio multilateral liberal, es decir, sin barreras. Como tantas otra veces, el principal obstáculo fue el Reino Unido, que quería salvaguardar la denominada preferencia imperial. Ésta consistía en la aplicación de tarifas bajas o exención de las mismas para los bienes que se comerciaban dentro del imperio y tarifas más elevadas para los bienes procedentes de terceros países. A la postre las negociaciones de la primera ronda del GATT serían positivas, al mostrar que era posible avanzar hacia un modelo comercial liberal multilateral. Posiblemente fuese Clayton el que vio más claro que todos los temas estaban involucrados: la liberalización comercial, la recuperación de la división del trabajo intraeuropea, la integración económica de Europa, unas divisas estables y la ayuda norteamericana que a la postre se sustanciaría mediante el Plan Marshall.
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