Emilio de Miguel Calabia el 10 oct, 2020 Cada año, la mañana de Reyes me encontraba entre los regalos un libro con tiras de Mafalda. Después del desayuno, el libro iba pasando por las manos de todos en riguroso orden de primogenitura, empezando por mi padre. Ya entonces tenía suficiente edad como para darme cuenta de que Mafalda era mucho más de lo que aparentaba ser y ahí radicaba la genialidad de Quino, que he ido apreciando más y más con los años. Esa genialidad estribaba en introducirnos en un mundo infantil, que llenaba con cargas de profundidad para que nos cuestionásemos la racionalidad de nuestro mundo de adultos. Por ejemplo, en una de las tiras Mafalda y Susanita van a jugar a que son señoras mayores; Susanita pregunta: “¿Quién dice la primera estupidez?” Otra frase de Mafalda: “¡Sonamos, muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!” Uno de los grandes aciertos de las tiras es el contraste entre Libertad y Susanita. Libertad es la idealista radical, que lo cuestiona todo. Recuerdo en una tira en que Mafalda entra en su habitación y la ve pegando en la pared un mapamundi al revés, se lo dice y la respuesta de Libertad es abrumadora: “Eso de que el hemisferio norte es el de arriba es un truco psicológico inventado por los que creen que están arriba para que los que creemos estar abajo sigamos creyendo que estamos abajo, y lo malo es que si seguimos creyendo que estamos abajo vamos a seguir estando abajo. ¡Pero desde hoy san seacabó!” Lo interesante del caso es que Libertad tiene razón tanto desde un punto de vista cósmico (no hay arriba y abajo en el espacio) como psicológico (llegas a ser lo que crees que eres). Susanita, en cambio es la voz de lo convencional y sirve a Quino para dejar al descubierto muchos de nuestros prejuicios más ruines. El acierto es que Quino no la hizo del todo antipática; puede ser un poco repelente, pero entrañable. Un intercambio entre Mafalda y Susanita: “Mafalda: Me parte el alma ver gente pobre. Susanita: A mí también. Mafalda: Habría que dar techo, trabajo, protección y bienestar a los pobres. Susanita: ¿Para qué tanto? Bastaría con esconderlos.” Las tiras de Quino pueden verse también como un testimonio de cómo era la sociedad argentina de la década de los sesenta. Nos permiten asistir a la entrada del televisor en las casas, la compra del primer auto, las vacaciones en la playa de una familia de clase media, el temor a los militares (Mafalda ha oído el pronóstico del tiempo y le pregunta a su padre lo que son los milibares. El padre responde: “Los milibares son una medida de presión. Según esté la atmósfera, se dice que hay una presión de tantos milibares”. Mafalda le corta: “Yo te pregunté por los milibares, no por los militares”)… Hay algo entrañable en esa sociedad que retrata Quino. Los matrimonios duran y sus aspiraciones en la vida son modestas: el coche, la televisión, las vacaciones en la playa… No hay drogas, ni niños empastillados porque sufren del trastorno de déficit de atención, ni nadie visita al terapeuta, no hay divorcios aparatosos, los niños juegan en la calle… A lo mejor me atrae esa sociedad más sencilla porque me voy haciendo mayor y porque la idealizo y no me paro a pensar en sus limitaciones y falta de oportunidades. Muchos se preguntaron por qué Quino dejó de dibujar a Mafalda en 1973. La razón fue que sintió que el ambiente se estaba enrareciendo y que Mafalda ya no podía expresarse libremente sobre las cosas que pasaban, sintió que si seguía dibujándola, le pegarían un tiro. Aparte de eso, en una entrevista en el diario El Sol de Argentina dio otra explicación, que ya he oído a más de un dibujante que abandonó alguna serie exitosa: el cansancio y el temor a empezar a repetirse. Una vez comentó que si hubiera seguido la evolución de Mafalda, ésta se habría convertido en una desaparecida. Una vez jugué a imaginarme cómo habrían podido terminar los personajes de Mafalda. A Mafalda la imaginaba exiliada en Barcelona, viviendo modestamente de hacer traducciones del inglés. Libertad, evidentemente, sería una desaparecida. Susanita estaría casada con un militar, llevaría una respetable burguesa y habría “adoptado” al hijo de una desaparecida. Felipe sería un oficinista que pasaría por la etapa de la dictadura sin querer enterarse de nada. Manolito se habría hecho policía y detendría a estudiantes a los que llevaría a comisaría sin hacerse preguntas sobre su destino ulterior. Miguelito se convertiría en un empresario no demasiado honesto… Creo que fue mejor que Quino dejaba de dibujar a sus personajes y no nos contara sus vidas posteriores. La madurez suele ser terrible. Otros temas Tags ComicsMafaldaQuino Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 10 oct, 2020