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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

El abuso y el diluvio en cifras

Ludmila Vinogradoff el

El gobernador de Miranda con el agua a la cintura

El diluvio que vive Venezuela desde hace quince días, que este año lo llaman la “Niña”, es peor que los “Niños” anteriores, porque abarca todo el país y lo ha seccionado en varias partes, aislando sus centros urbanos y productivos.  Pasará mucho tiempo para que se vuelva integrar.

Para tener una idea de la magnitud de esta tragedia nacional es mejor mostrarla en cifras. En un país de casi un millón de kilómetros cuadrados habitados por 27 millones de habitantes, las lluvias lo han dejado a la deriva, rompiendo su infraestructura en mil pedazos como un gigantesco puzle.

Han quedado más de 100 carreteras y autopistas fracturadas e  intransitables y 12 puentes dañados. Decenas de miles de viviendas (la mayoría ranchos o chavelas)  destruidas. Toda la zona colonial de Coro (al oeste de Venezuela) patrimonio cultural de la Unesco en el suelo. Los cultivos inundados. La hambruna en pronósticos.

Pueblos enteros como Higuerote, Rio Chico, la Guaira y Tucacas anegados. 34 muertos. Unos 710 albergues donde están siendo atendidos 101.000 damnificados según el censo que aportó el ministro de la Defensa, Carlos Mata Figueroa.

Pero el presidente Hugo Chávez pretende “ganar mérito con escapulario ajeno” al ordenar que las víctimas de las lluvias sean alojadas en hoteles y residencias turísticas privadas, lo que para el gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonsky, es una incitación a la anarquía y el abuso.

Los propietarios han sacado sus tiendas de campaña, velas, machetes, palos, lámparas y plantas pequeñas de electricidad en las puertas de sus residencias vacacionales para protegerse y enfrentar a los invasores y saqueadores. Hacen vigilancia y se turnan.

Hay muchos edificios turísticos de Barlovento (a una hora y media de Caracas) que ya han sido “tomados” por mafias de invasores. Desde los balcones y ventanas se observa que lanzan muebles y ropa de sus dueños.

Ojalá que en Venezuela no se repita el caos,  la matanza y hambruna de los Hutus y Tutsis de Ruanda.

En 1998 durante la campaña electoral Chávez prometía en Higuerote que “esas residencias turísticas serían de los pobres si votaban por él”. El candidato acallaba las críticas diciendo que lo estaban satanizando. Han pasado once años y ha cumplido su palabra.

La emergencia por las lluvias y las medidas que ha tomado Chávez como el decreto de la toma de terrenos urbanos y vivienda es el inicio del “despojo” más “vil” contra la propiedad privada que haya sufrido el país, según el ex magistrado Jesús Petit Da Costa.

“Busca con ello crear un clima de opinión favorable al exigir a los particulares la cesión voluntaria de su propiedad para dar cobijo a los damnificados, y en caso de negarse, justificar el despojo de que serán víctimas alegando razones humanitarias”, explica Petit al semanario La Razón.

Chávez ha fracaso en su política de construcción de viviendas. Hay un déficit de dos millones y medio de viviendas. Y cuando él se inició en 1999 sólo había un déficit de 500 mil viviendas.

Han pasado casi doce años en el poder. Los gobiernos anteriores se fijaban como meta construir 100.000 viviendas por año, pero el chavismo ni siquiera ha llegado al 20 %.

Por eso es que busca compensar su fracasada política habitacional con la expropiación de conjuntos residenciales y turísticos privados para “ganar puntos con lo ajeno” como si fuera un Robin Hood caribeño que sólo toma lo ajeno pero jamás toca ni expropia las riquezas que ostentan de la nada sus familiares.

Y lo que más enfurece a los venezolanos es que en estos doce años han ingresado más de 950.000 millones de dólares que el mandamás ha dado a Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Rusia, Irán y Libia, y ha dejado al país en la ruina sin vivienda ni carreteras ni electricidad ni comida.

Dice que ha alojado a 26 familias en Miraflores, palacio de gobierno,  pero nadie lo ha visto compartiendo su mesa con los miserables como en la película de “Viridiana” de Luis Buñuel. Y las pelis de Robin Hood, pues todavía está esperando que Oliver Stone le haga una pero no sabe todavía cuál final ponerle, si en una mazamorra o en un oscuro bosque impenetrable.

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