El 8 de agosto del año 2000, el submarino confederado H.L. Hunley emergió a la superficie por primera vez en casi 150 años (aquà puedes ver la increÃble operación de rescate del barco). El casco, repleto de incrustaciones de óxido y arena, salió a la luz después de que en la noche del 17 de febrero de 1864 ocho tripulantes sureños lo usaran para atacar los barcos que bloqueaban el puerto de Charleston, en Carolina del Sur. Su pericia les permitió echar a pique al unionista USS Housatonic y conseguir el primer hundimiento de la historia por obra de un submarino. Pero después de la explosión, provocada por un artefacto explosivo sostenido al final de una pértiga en la proa del Hunley, nadie volvió a tener noticias del sumergible o de sus tripulantes. Todos se esfumaron y se perdieron en los ecos de la guerra Civil Americana.
Cuando en el 2000 los arqueólogos abrieron el casco del Hunley, descubrieron que sus ocho tripulantes estaban en el interior del sumergible. Los huesos mostraron que aún estaban en sus puestos de combate, y que no habÃan sufrido heridas de bala o de metralla. Los análisis posteriores mostraron que, en el momento del hundimiento, el casco del Hunley estaba prácticamente intacto. Las pruebas más exhaustivas indicaron después que ninguno de los tripulantes trató de abrir las escotillas de escape, accionar las bombas de achique o soltar los lastres del submarino, asà que el misterio adquirió enormes dimensiones. ¿Qué pasó con el Hunley? ¿Por qué los tripulantes no intentaron huir?
Una reciente investigación realizada por cientÃficos de la Universidad de Duke (Estados Unidos), ha resuelto el misterio del Hunley. Los autores han concluido en la revista PLOS ONE que un fenómeno conocido como «estallido pulmonar» provocó la muerte de la tripulación cuando los explosivos del sumergible detonaron bajo el agua. La deflagración no solo hundió al Housatonic, sino que mató a los atacantes. «Hasta donde yo sé, el misterio del Hunley ha sido resuelto», ha explicado a ABC Rachel Lance, la autora de la investigación.
El estallido pulmonar
Esta investigadora, del departamento de IngenierÃa Biomecánica de la Universidad de Duke (Estados Unidos) y que antes ha trabajado para la US Navy, ha estado tres años estudiando los restos del Hunley, “como si se tratara de la escena de un crimen”, según ha dicho a ABC. Ha publicado un total de tres estudios y, finalmente, cree haber dado con la respuesta.
De acuerdo con un estudio que ha publicado recientemente en la revista PLOS ONE, lo que mató a los tripulantes del Hunley es un curioso fenómeno fÃsico que no dejarÃa huellas en los huesos ni en el casco del sumergible. La causa es un estallido de aire o “air blast”, una sacudida provocada en el momento en que la carga explosiva que transportaba el Hunley detonó junto al costado del Housatonic. Según Lance, la tripulación del Hunley murió al instante a causa de la fuerza de la explosión, porque la energÃa de la onda de choque comenzó a viajar por los tejidos blandos de sus cuerpos y provocó lesiones mortales en los pulmones y los cerebros. AsÃ, con los ocho tripulantes muertos, el sumergible simplemente fue arrastrado por la marea y se hundió lentamente.
“Pasé algún tiempo preguntándome cómo fueron los momentos del ataque para la tripulación del Hunley y del Housatonic, pero lo cierto es que probablemente nadie lo sabrá nunca”, ha dicho la investigadora. “Dado que los tripulantes del Hunley no dejaron documentos  para mostrar cuáles eran sus pensamientos antes de iniciar el ataque, he intentado acercarme al misterio como una experta en explosiones”.
El sumergible H.L. Hunley, hacÃa honor al abogado Horace L. Hunley, quien fue una de las figuras clave en construir el barco y que murió ahogado durante unas pruebas. Junto a él, trabajaron otros emprendedores privados, como Baxter Watson, James McClintock y John K. Cott, que estaban motivados por la causa de los confederados y que además pretendÃan conseguir la recompensa puesta por el gobierno sureño por hundir los barcos del enemigo.
Todos ellos trataron de contrarrestar el aplastante dominio de los unionistas. Y desarrollaron un sumergible construido con placas de hierro soldadas. Después de varios intentos fallidos de propulsarlo con un motor, los diseñadores optaron por acoplar una palanca accionada por siete tripulantes a una hélice, que le permitÃa al barco adoptar una velocidad de crucero de dos nudos y una máxima de cuatro. Un octavo tripulante debÃa operar como un piloto y dirigir la nave. Además de esto, el pequeño ingenio estaba equipado con tanques de lastre que podÃan llenarse o vaciarse, torres cónicas y planos de inmersión.
La última batalla del Hunley
Los documentos históricos han permitido situar la batalla del Hunley en el 17 de febrero de 1864. Por entonces, la Guerra de Secesión estaba en su última etapa, en gran parte gracias al Plan Anaconda, una estrategia con la que los yanquis del norte pretendÃan estrangular a la frágil economÃa de los confederados (muy dependiente de las exportaciones) por medio de un bloqueo permanente de los puertos y de la toma del rÃo Misisipi, lo que amenazaba con partir en dos al Sur.
Lo cierto es que durante toda la guerra los sureños apenas habÃan logrado armar un puñado de barcos mercantes y de capturar algunas embarcaciones de sus rivales. De hecho, solo habÃan puesto en aprietos al enemigo del norte cuando apostaron por la “alta tecnologÃa” y reciclaron un barco hundido de los unionistas (el USS Merrimack) para convertirlo en un acorazado de vapor o “ironclad”, el CSS Virginia. Aunque el buque demostró ser una amenaza mortal para los barcos de vela del enemigo, ya se habÃa hundido años atrás.
Asà que, cuando cayó la noche de aquel 17 de febrero, todo parecÃa perdido para los sureños. Pero, gracias al incansable trabajo de los ingenieros confederados, la flota unionista que bloqueaba el puerto de Charleston, en Carolina del Sur, estaba a punto de llevarse una desagradable sorpresa. En cuestión de minutos se iba a producir el primer hundimiento de la historia logrado por un sumergible.
Un poco antes de las nueve de la noche, se vio algo en el agua a bordo del USS Housatonic, una potente corbeta armada con 16 cañones que estaba anclada en el canal norte. Al principio se pensó que se trataba de un tronco arrastrado por el rÃo Misisipi, porque era parecido a un cilindro y descendÃa a apenas dos nudos de velocidad. Pero cuando estaba a unos 90 metros del buque, se dio la alarma de combate. Los cañones no podÃan apuntar hasta el nivel del agua a esa distancia, y los marineros comenzaron a disparar con armas de infanterÃa. Finalmente, el “tronco” llegó al costado de estribor. De repente, una potente explosión sacudió al Housatonic y se llevó por delante a tres marineros y dos oficiales. La nave se hundió en cuestión de minutos.
El submarino confederado Hunley, de apenas 12 metros de largo, acababa de hundir un barco enemigo de más de 1.200 toneladas de desplazamiento. Pero nadie volvió a ver al sumergible ni a sus ocho tripulantes. Al menos hasta 1995, cuando se descubrieron por fin los restos del buque, a unos 300 metros de donde quedó hundido el Housatonic. Ya entonces, surgió la pregunta de qué habÃa ocurrido en los últimos momentos del sumergible. ¿HabÃa sido hundido por los disparos? ¿Los tripulantes se asfixiaron?
La fÃsica detrás de la muerte
Según la investigación de Rachel Lance, la muerte ocurrió por daños masivos y repentinos en los pulmones, el llamado “blast lung” o estallido pulmonar. El fenómeno se basa en lo que Lance denomina “efecto chocolate caliente“, y ocurre porque la onda expansiva de una explosión viaja a distintas velocidades en el agua, a cerca de 1.500 metros por segundo, y en el aire, a apenas 340 metros por segundo. “Cuando mezclas esas dos velocidades en un medio espumoso, como puede ser el chocolate caliente o unos pulmones, la onda acaba ralentizándose”, ha dicho Lance. La consecuencia es que la onda expansiva de la explosión comienza a viajar por los pulmones a una velocidad de solo 30 metros por segundo, y el exceso de energÃa produce un daño masivo en los tejidos.
“Es el peor escenario posible para los pulmones”, ha dicho la investigadora. Las fuerzas destruyen los delicados alveolos, los lugares donde el aire y la sangre intercambian el oxÃgeno. En consecuencia, los pulmones se llenan de sangre y la persona muere al instante. Eso sin contar con los probables daños cerebrales también provocados por la explosión.
Un diseño deficiente
¿Por qué ocurrió todo esto? Según ha concluido Lance, la clave está en el diseño del Hunley y en el rústico torpedo que utilizó para hundir al Housatonic, y que estaba sostenido por una pértiga al pequeño barco. Por una parte, la carga explosiva, de pólvora negra, pesaba 61, 2 kilogramos y estalló a una distancia del sumergible de solo cinco metros. Por otra, el casco del sumergible apenas tenÃa 11 milÃmetros de grosor, y no fue suficiente para amortiguar la energÃa de la explosión. Por ambos motivos, el efecto “blast lung” o estallido pulmonar fue fatal para los ocho tripulantes.
Para llegar a estas conclusiones, Lance ha tenido que descartar que el Hunley no se hundió por otras causas, como un disparo afortunado desde el Housatonic que mató al piloto del sumergible, o que la tripulación se asfixiara dentro. Por eso, ha recurrido a estudios balÃsticos hechos con armas históricas y a pruebas con explosivos en el agua para estudiar sus efectos sobre un modelo del Hunley a escala. Además, ha investigado una cantidad “casi excesiva” de documentos de la época para buscar datos. Con todo ello, elaboró un modelo para averiguar cuáles fueron las probabilidades de que los tripulantes murieran a causa del estallido del explosivo que transportaban.
“La clave fue entender la fÃsica de la explosión y aprender a hacer bien las medidas en los experimentos con explosivos”, ha explicado Lance a ABC, a lo largo de un proceso que le llevó meses. “Toda esta investigación ha tenido en común una cosa: ha sido necesario ser persistente”, ha compartido.
Según las conclusiones obtenidas por Rachel Lance, la energÃa de la explosión se transmitió al casco del Hunley y de ahà pasó al aire y a los órganos blandos de los tripulantes. Lo hizo con tanta fuerza, que cada uno de los ocho hombres del interior del Hunley apenas tuvo una probabilidad del 16 por ciento de sobrevivir.
En opinión de Rachel Lance, “la principal aplicación de este estudio es que demuestra que el fenómeno del estallido pulmonar es posible”. Según ha dicho, el del Hunley es el primer caso que se ha estudiado en el que se ha mostrado que pueden aparecer heridas fatales cuando una onda de choque se transmite a través de una superficie sólida (el casco del submarino). Pero, tal como ha reconocido, no se trata de un fenómeno muy frecuente. Ella desconoce casos de muertes por estallido pulmonar en los submarinos durante las dos guerras mundiales, contiendas en las que combatieron decenas de submarinos pero siempre protegidos por casos más gruesos. “Sin embargo, en la Segunda Guerra Mundial hubo cientos o miles de casos de estallido pulmonar cuando los marineros que habÃan caÃdo al agua durante el combate, y que por eso carecÃan de protección, sufrÃan las consecuencias de las explosiones de las cargas de profundidad”.
La investigación de la “US Navy”
Aparte del trabajo de Rachel Lance, otros investigadores y conservadores, entre los que está el “Naval History and Heritage Command” de la “US Navy”, están llevando a cabo una investigación oficial para reconstruir la última batalla del Hunley. Aunque los portavoces de la US Navy no han querido comentar los resultados de la Universidad de Duke, han recordado a ABC que sus investigadores recientemente han presentado un artÃculo, en “Society of Naval Architects and Marine Engineers” en el que han descartado la hipótesis de la onda expansiva como causas de la muerte: según esta idea, los tripulantes habrÃan sufrido lesiones en el cuello y la cabeza al golpearse en el caso del pequeño sumergible en el momento en que se produjo la explosión.
Rachel Lance considera que para saber qué ocurrió realmente y conocer la causa exacta de la muerte, por ejemplo para averiguar si esta fue repentina o si llevó más tiempo, habrÃa que construir un Hunley a escala real. Un siglo y medio después de que ocho hombres atravesaran el puerto de Charleston en un cilindro sumergido, la historia del H.L. Hunley sigue despertando mucho interés.
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