Encuentro muy entretenido fijarme en pequeños detalles como la forma de caminar de las personas o la postura que adoptan cuando hablan con otras. A veces parece que todo ese lenguaje no verbal es una forma espontánea que tiene el cuerpo para comunicar lo que pensamos y sentimos y que todo eso está ahí al alcance de quien quiera fijarse.
Al menos, eso pensaba hasta ahora. Porque, según he leído, hay dos grandes grupos de científicos debatiendo en torno a la función y el significado de las expresiones faciales. Mientras que unos dicen que reflejan las emociones de forma espontánea y pura, otros hacen hincapié en su función como herramienta de interacción social.Entonces, ¿qué pasa? ¿La mirada no es el reflejo del alma? ¿Hay que fiarse más de alguien si tiene cara de buena gente? Si no fuera porque nadie me ve mientras escribo esto, pondría cara de estupor.
Le hice estas y otras preguntas a José Miguel Fernández-Dols, catedrático en psicología de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en expresividad facial y emociones. Desde 2006 ha estado publicando artículos científicos para hacerse muchas preguntas en relación con esto, y ya ha llegado a la conclusión de que no se puede hablar en realidad de “lenguaje no verbal”, sino de comportamientos no verbales. Más que ser un espejo del alma, la cara es para Fernández-Dols una herramienta que sirve para comunicar con pocos gestos cosas muy distintas en función del contexto. Sin más, os dejo con él:
-¿Por qué se producen las sonrisas?
Desde un punto de vista evolutivo hay dos hipótesis principales. Una afirma que la sonrisa es una señal con un significado específico (alegría, felicidad) que los seres humanos adquirieron hace cientos de miles de años porque transmitir emociones resultaba adaptativo. La otra afirma que la sonrisa tiene igualmente un pasado remoto pero carece de un significado específico porque su función no es transmitir unos pocos mensajes concretos (de hecho no es transmitir mensajes como un lenguaje) sino influenciar la conducta de aquellos con los que interactuamos. Desde ese punto de vista la función más frecuente –pero no única– de, por ejemplo, la sonrisa es facilitar una relación social amistosa; durante ese proceso de facilitación la persona que percibe la sonrisa en el otro le puede dar muchos nombres (estoy alegre, estoy avergonzado, estoy seduciéndote, te lo agradezco) pero no son esos nombres lo que explica la existencia de la sonrisa.
Un ejemplo extremo ilustra este punto: ¿Cuál es la sonrisa más importante de nuestra vida? Probablemente la primera. Las primeras sonrisas del bebé tienen un efecto enorme en los padres, que se imaginan que el bebé está “feliz” de ver a sus papás. Pero el pequeño cerebro del bebé es demasiado inmaduro para sentir lo que los adultos llamamos “felicidad”; la naturaleza le ha dotado con un poderoso mecanismo que influencia la conducta de los padres antes de que el niño pueda ser incluso consciente de que es un ser humano, un individuo o que tiene una mente con la que puede sentir felicidad o tristeza. La sonrisa del bebé es probablemente la mejor ilustración de lo que verdaderamente es una sonrisa también en los adultos.
-¿Estas dos hipótesis son incompatibles?
Una sonrisa concreta puede producirse en una persona feliz, de hecho es probable que si la sonrisa es un instrumento encaminado a establecer vínculos sociales, la gente feliz sea socialmente más invitadora que la infeliz. Por tanto, es posible que, en la vida cotidiana, se den con mucha frecuencia casos en los que una persona feliz sonríe. Pero lo que no son compatibles son las teorías que explican la sonrisa como una herramienta interactiva frente a las que explican la sonrisa como una señal fija e inevitable de una emoción básica, primitiva llamada “felicidad”.
En cualquier caso, la ciencia avanza superando sus propios hallazgos, de modo que no es descartable una nueva teoría, en el futuro, que integre ambas perspectivas o las supere. Un concepto clave es el de afecto, un fenómeno menos específico que la emoción básica.
-¿Se puede decir que la cara es el reflejo del alma?
No lo es, pero en la vida cotidiana utilizamos “teorías ingenuas” enormemente populares sobre la relación entre nuestro aspecto físico o nuestros gestos y nuestro carácter, o incluso nuestra moralidad (por ejemplo, si alguien es mentiroso). Por suerte o por desgracia esas teorías no son correctas pero, desgraciadamente, crean prejuicios. Y los prejuicios tienden a confirmarse de forma espuria. Por ejemplo, no hay razón científica para asumir que un adulto con rasgos infantiles (por ej., ojos grandes, cara redondeada, rasgos suaves) sea infantil pero las personas le atribuirán inocencia y falta de dominancia, encasillándolo en ciertos papeles.
-¿Qué tipos de sonrisas hay?
En la literatura actual una sonrisa es un elevamiento de las comisuras de los labios producida por el músculo cigomático mayor. Cuando ese estiramiento es muy marcado produce también la acción del orbicular de los ojos, lo que produce “patas de gallo” momentáneas en la piel; esta sonrisa intensa es la denominada Duchenne, en honor de un fisiólogo francés que investigó la base eléctrica de los movimientos musculares. Algunos autores consideran que la sonrisa Duchenne es la única auténtica pero probablemente es un error. Es, simplemente, una sonrisa más marcada.
En realidad, el término “sonrisa” no es científico. Es el término cotidiano que utilizamos para describir, de forma más o menos precisa, cualquier estiramiento hacia arriba de las comisuras de los labios.
-¿Cuál es el origen de la sonrisa, a nivel de sistema nervioso?
En el córtex se localizan distintos programas motores relacionados con la expresión facial que controlan distintos músculos de la cara a través de una compleja red neuronal que interactúa igualmente con otras regiones subcorticales. La literatura suele describir trastornos en los que el paciente no puede responder a la instrucción de posar una sonrisa pero puede sonreír ante ciertos estímulos sociales o humorísticos. En otros pacientes ocurre a la inversa. Esto sugiere vías de activación funcional y anatómicamente diferentes para movimientos similares, pero estamos sólo empezando a comprender la enorme complejidad de las bases cerebrales de los movimientos corporales, su plasticidad y su interacción con otros procesos mentales.
-¿La sonrisa es exclusiva de los seres humanos?
La sonrisa es probablemente exclusiva de los seres humanos. En algunos primates existen movimientos faciales que tienen una cierta similitud con la sonrisa (por ejemplo, gestos en los que se muestran los dientes) pero es muy dudoso que sean, desde un punto de vista evolutivo, morfológica y funcionalmente similares a la sonrisa humana.
-¿Está muy relacionada con la risa?
La boca abierta, relajada, de la risa sí tiene un “pariente” en algunos primates y está asociada al juego. Como he dicho antes, la sonrisa no es tan evidente en primates y eso ya sugiere que la relación entre la risa y la sonrisa humana es compleja. Observamos a veces risa y sonrisa, o la sonrisa como un predictor de risa pero no son conductas intercambiables, ni la risa es una sonrisa más intensa. En español, y otros idiomas, la ilusión de que está relacionadas se acentúa porque “sonrisa” es una palabra que parece una variación de “risa”, pero no así en otros idiomas.
-Una sonrisa sincera produce placer en otras personas, ¿no es así? (¿Las no sinceras también, o depende de su grado de “realismo”?).
El concepto de sonrisa “sincera” o “real” es muy popular pero científicamente inviable. Todas las sonrisas existen y por tanto son “reales”. El grado de placer que nos produce una sonrisa no depende de su “realismo” sino del contexto. Alguien sonriendo cuando nos hemos caído al suelo o nuestro jefe nos ha descalificado está agrediendo. Alguien sonriendo cuando tomamos una cerveza en el bar nos está invitando a interactuar y envía un mensaje positivo…salvo si observamos que está borracho.
-¿Se puede relacionar la sonrisa con la felicidad o es más práctico hablar de estados emocionales más pasajeros?
Desde mi punto de vista teórico, la sonrisa no tiene necesaria relación ni con la felicidad ni con estados emocionales más pasajeros. Esto difícil de asumir porque va contra el sentido común. Una persona feliz puede sonreír más porque es más proclive a invitar socialmente a otros, a reconocerlos, a interactuar con ellos, etc. Pero las personas felices no necesitan sonreír ni sonreír es un indicador necesario de felicidad. Lloramos en los momentos cúlmenes de nuestra vida, nuestro rostro se contrae en una mueca de dolor en momentos de éxtasis, los seguidores de un equipo deportivo aúllan y fruncen el ceño cuando su equipo marca gol en el momento decisivo etc.
-Algunos estudios muestran que las mujeres sonríen más que los hombres, ¿qué opina?
No creo que, en una sociedad masculina, signifique que sean más felices o tengan más alegrías que los hombres. Saquen ustedes sus propias conclusiones sobre cuál puede ser, entonces, la función de la expresión facial y, entre ellas, la sonrisa: una herramienta para navegar mejor en contextos sociales difíciles.
(Foto de portada: Worldizen)
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