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¿Por qué acertó Casado en la moción de Vox?

Daniel Tercero el

1. El PP no rompe la derecha. La derecha en España está dividida en diversos partidos desde por lo menos 2015. Cs entró en el Congreso ese año y muchos votos provenían del PP. Luego llegó Vox y también lo sufrió el PP… y Cs. Y desde antes, en Cataluña y el País Vasco (pero también en otras regiones) está consolidada una derecha nacionalista y localista, que compite ideológicamente con el PP. Hace tiempo que se rompió la derecha, no fue en la moción de censura de Vox a Pedro Sánchez. Desde luego, Pablo Casado no ganó la Moncloa con su discurso (34 minutos), quedan tres años para las elecciones y la moción puede acabar siendo una nota a pie de página para entonces, pero tampoco se ha roto nada en la derecha.

2. Pablo Casado reivindica su perfil. Uno de los objetivos de Vox (como en su día fue de Podemos con el PSOE) es sustituir al PP en el liderazgo de la derecha. Una reivindicación que no es criticable, pero que tampoco puede serlo que el PP y Casado intenten evitar esa fagocitación. La moción de censura de Santiago Abascal iba también contra Casado. Y este aprovechó la ocasión para reivindicarse fuera y dentro del partido, al que al joven político se le cuestiona casi todo (desde “facha” a “derechita cobarde”). Como antes otros líderes de la oposición, Casado apostó por lo que defiende que no es lo que reivindica Vox ni la gestión del PSOE en el Gobierno. Casado no es Abascal. Y el PP no es Vox.

3. Alternativa de gobierno. Derivado de lo anterior, Casado le habló a todos los ciudadanos no solo a los que en las últimas elecciones votaron a Vox. Los votantes no son cautivos de los partidos y, por lo tanto, atacar a una formación política o a sus líderes, como lo hizo Casado en la moción de censura, es decir, con argumentos sólidos (compartidos o no y con sus matices y errores), es hablarle a la nación. El PP, como el PSOE, si quieren mantener su estatus de partidos de gobierno no pueden dirigirse únicamente a nichos electorales, que generalmente están ya convencidos. Otra cosa son los pactos postelectorales y la capacidad de transaccionar. Ahí está aparecer como alternativa de gobierno. De momento, la primera encuesta tras la moción iría en esta línea: Casado habló a la nación y esta le escuchó.

4. La “guerra cultural” es “entre populistas y demócratas”. Por más que desde cierta izquierda y los nacionalismos periféricos se acuse al PP de ser un partido de extrema derecha o similar, no hay nada más lejos de la realidad. El PP español es una formación integrada en la derecha moderna, democrática y liberal europea, pese a lo que el mainstream digital pregona. Por su parte, Vox se asimila a Le Pen (Francia) y Orban (Hungría), al populismo identitario e iliberal. De ahí que mis admirados y queridos Juan Carlos Girauta (aquí) y Cayetana Álvarez de Toledo (aquí), entre otros, acierten en el diagnóstico del problema de fondo pero yerren en los socios con los que abordar las soluciones. En este asunto, PP y Vox son diametralmente opuestos.

5. Desnuda al PSOE de Sánchez. La oposición sin complejos ni tapujos a los postulados de Vox deja en evidencia al PSOE de Sánchez, quien calculaba (Iván Redondo mediante) que la moción erosionaría al PP. El presidente del Gobierno, que improvisó una comparecencia pública el viernes para no decir nada, lidera un Ejecutivo con populistas de izquierdas, que en gran parte comparten postulados con Vox (como su posición contraria a la Unión Europea, al desarrollo de la democracia liberal o, entre otros, la radical separación de poderes y, por lo tanto, el respeto al Estado de Derecho). Cuando a Casado se le reprocha desde el PSOE que no se parece a Angela Merkel (capaz de pactar con la socialdemocracia y rechazar al extremismo de derechas), se olvida que Sánchez no es ni Gerhard Schröder ni ninguno de los otros trece líderes del SPD que han mantenido a Merkel en el gobierno alemán.

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