Escribe Xavier Pericay unas páginas repletas de tristeza en ¡Vamos? (Sloper, 2020). Pericay fundó Ciudadanos, lo vivió, lo disfrutó y lo sufrió. Desde esa óptica, narra su paso por la primera línea política. Breve. Directo. Hasta la sanjuanada. Desliza elegantemente sus miserias (más mesiánicas que políticas; adanismo, al fin y al cabo) y pasa cuentas (a Fran Hervías, principalmente, y a los chivatos, cobardes y patanes que aguantó en Baleares, hervívoros todos) radiografiando el ascenso de un hombre, Albert Rivera, personificado en un partido.
Está por ver si Inés Arrimadas rectifica los errores naranjas del pasado. Estuvo con Rivera. Pero tiene derecho a equivocarse. Estaría bien que los liberales no se dejen calificar ideológicamente por Ferraz. Ahora demócratas, ahora fachas. Aunque alejarse de la foto de Colón es un acierto. Pericay lo explica, tomado de Michael Ignatieff: “El arte de la política consiste esencialmente en ser un maestro del oportunismo”. Lo de Colón salió mal. Sin embargo, el error más común es dejarlo todo en manos de los oportunistas. ¿Qué es si no Pedro Sánchez?
El escritor barcelonés lamenta la deriva autoritaria que adoptó el partido naranja tras la Asamblea General de 2017: “Un partido fuertemente jerarquizado, de una verticalidad que para sí hubieran querido, pongamos por caso, los mismísimos sindicatos franquistas”. Él votó a favor de los cambios. Se equivocó. Y lo reconoce. Las páginas de ¡Vamos? pasan a la par que crece la angustia de un pensador que lucha contra los elementos de la política. Anécdotas como las de la teatralidad y la exhibición públicas son su penitencia. Tristeza… e ironía.
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