Nos ha invadido la corrección política y ya nada podemos hacer. Llegó para quedarse y puede llegar a ser incluso más dañina que alguien que grite que el rey está desnudo. A mí no me gusta el mundo del toreo. Ni las corridas ni todo lo que lo rodea y que es apasionante para muchos. Jamás llevaría a mis hijas a una corrida y, desde luego, jamás dejaría que ningún torero torease con ellas en brazos a un becerro. Pero no por el peligro que tiene, que puede tenerlo aunque no mucho, si no porque no me gustaría que se aficionasen a un mundo cuya finalidad no comprendo. Sin embargo ¿dejaría a un granjero acercarse a una vaca con mi hija en brazos? Sí, claro que sí. Y objetivamente es igual de peligroso.
El tema de Fran Rivera tiene una doble vertiente. Los hechos objetivos (el acto en sí entraña su riesgo) y los subjetivos (quienes lo critican porque son antitaurinos)
Miren este tierno niño bebiendo de una vaca. ¿Y a qué a nadie se le ocurre decir que sus padres están poniendo en peligro su vida? (al margen del peligro de beberse así la leche, por cierto) En los hechos objetivos deberíamos ser honestos todos (y todas) Mis abuelos paternos eran ambos de dos aldeas gallegas (Carral y Tabeaio) Y en ambas casas, de aldea, había vacas. Y cerdos y cabras y gallinas y de todo. He perdido la cuenta la cantidad de veces que me senté al lado me mis bisabuelas para ver cómo ordeñaban a las vacas, un acto que me fascinaba de entrada a fin. Y me tomaba la leche allí mismo ¡eso sí que era peligroso! Y me sentaba justo debajo de la vaca, a no más de 5 centímetro de sus patas. Es más, alguna que otra vez le tiré de las ubres haciéndoles daño. Como ven, un acto igual de irresponsable que lo que ha hecho Fran Rivera.
No conozco el mundo taurino pero sí conozco la vida de las aldeas y esta pasa necesariamente por estar siempre en contacto con animales. Y los animales siempre pueden ser impredecibles. Por muy domesticados que estén. ¿Les parece normal dejar a su bebé con un gato al lado? A mí no pero a mucha gente sí. Claro que mi fobia a los gatos tiene que ver con esa idea preconcebida de lo que estoy diciendo. A mí me dan miedo, pánico y terror. Y solo de pensarlo me pongo mala. Al fin y al cabo los gatos son felinos y el becerrillo de la vaca…en fin…
¿Qué me dicen de las personas que no desean vacunar a sus hijos porque opinan que detrás de ese acto hay una conspiración judeo masónica de las multinacionales y del capitalismo salvaje? Ahhhhh no, ahí prevalece una benevolencia estupenda defendida bajo el mantra: Cada uno tiene derecho a criar como quiera. Pues puestos a comparar, prefiero que haya más Fran Rivera que ponen a su bebé al lado de una vaquilla que padres antivacunas. Básicamente porque en el primer caso mis hijas no se van a ver perjudicadas de ese acto irresponsable, mientras que en el segundo me tocan más papeletas.
Objetivamente. ¿Creen que si alguien les cuenta la historia de este niño que se crió entre elefantes porque sus padres se fueron a vivir a África alguien se escandalizaría por esta foto? Como mucho porque toma biberón. Sería interesante distinguir ser antitaurino con criticar de verdad ese acto que, francamente no me parece tan irresponsable. Quizás porque si lo pienso y para justificarme yo también he hecho cosas que, pensándolo bien, podían haber puesto en peligro la vida de mis hijas. Por ejemplo, me viene a la mente cómo el año pasado, en unas vacaciones en invierno (era febrero) en la playa de la Barrosa (Cádiz), estábamos los cuatro por la arena, descalzos y con un frío que “paqué” y como en una película se acercó cabalgando un chico en un caballo blanco espectacular. A Doña Tecla le rechiflan los caballos así que ni corta ni perezosa le pedí al muchacho si podía subirla y darle un paseo. Y así lo hizo. Y mi hija sin casco en un caballo precioso pero entero (sin castrar) que, por el motivo que sea podría haberse revirado y haberla tirado al suelo con las consecuencias que eso puede traer. De hecho el muchacho, pasados apenas 3 minutos me dijo que mejor me devolvía a la niña que le daba un poco de cosa pensar que su caballo le podía hacer algo.
También el verano pasado fuimos a un espectáculo ecuestre y mis hijas se sentaron en el césped a un metro de donde pasaban los caballos. Fíjate si algún gracioso tira un petardo y los caballos se ponen nerviosos y las pisan. No sé, hay tantas cosas que hacemos que pueden poner en peligro la vida de nuestros hijos y que no están reguladas que si las pensamos con detenimiento no haríamos nada. Vivir es un riesgo en sí mismo. Cada vez que tenemos que hacer un viaje me angustio porque sé que la carretera es un peligro. Si en verano tenemos la suerte de que algún amigo nos invite a pasar un día en un barco también tengo que luchar contra mis propios miedos cada vez que mi marido se tira al agua con ellas lejos de la orilla. ¡Hay tantas cosas que me dan miedo y que podrían paralizarme! La piscina, por ejemplo (mi hermano se ahogó en una) me aterra y no vivo cada vez que llega el verano y ellas se meten. Y temo el día (que llegará) en el que salten a bomba con sus amigos de la urbanización. Y temo tantas cosas que si me dejase dominar mis hijas crecerían amargadas.
Recuerdo de pequeña también haberme subido a un tractor y ¡conducirlo! o estar con las vacas en el medio del campo paseando a su alrededor. Lo que toreaba ayer Fran Rivera era una vaquilla, lo que pasa que el rechazo viene del rechazo a su profesión. Cualquier amante de los animales adora la idea de sus hijos se relacionen con ellos y todos los animales sin excepción, pueden ser peligrosos si se ven en peligro. Detrás de la casa de mis suegros hay un campo abierto al que mi marido suele llevar a las niñas cada domingo antes de comer. A veces me uno al plan y recuerdo un día que nos encontramos con una gran cantidad de vacas (como otras veces) Sin embargo el pastor desde lejos ese día nos avisó: ¡No os acerquéis que están los terneros! Y efectivamente, esas vacas inofensivas siempre, en presencia de los terneros pueden ser peligrosas. Obviamente le hicimos caso pero no tanto puesto que nos quedamos a observarlas bastante más cerca de lo que hubiera sido medianamente responsable.
Yo estoy casi segura de algo: todas estas personas que critican esa foto de Fran Rivera, adorarían la historia de Tippi Degré, la niña cuyos padres franceses vivieron rodados de naturaleza salvaje toda su infancia. O les ponen una de una africana porteando a su bebé al lado de un animal salvaje le dirán: qué belleza, qué maravilla, fíjate qué contacto con la naturaleza…y objetivamente es el mismo peligro. Lo que pasa que subjetivamente el cerebro manda el siguiente razonamiento:
-Si es torero es malo, no comulga con mis ideas luego mi psique no me permite pensar que pueda ser un acto bueno lo que él hace con su bebé. Por lo tanto pongo el grito en el cielo y digo que está poniendo su vida en peligro.
-Si es una mujer ordeñando una vaca pero portea al bebé mientras hace eso es que practica la crianza con apego, es buena, comulga con mis ideas y no me planteo que es también un acto que conlleva su peligro. Y objetivamente una vaca es igual de peligrosa que un becerro y objetivamente pesa mucho más la primera que el segundo.
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