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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

La India Catalina, símbolo (controvertido) de Cartagena de Indias

La India Catalina, símbolo (controvertido) de Cartagena de Indias
Francisco López-Seivane el

En mi anterior post daba a conocer las hazañas de Blas de Lezo y particularmente su gran victoria sobre la ‘Armada Invencible’ británica, a la que derrotó tras dos meses de asedio a la plaza fortificada de Cartagena de Indias. Permítanme que dedique mi crónica de hoy a otro personaje muy poco conocido en España, pero muy relevante en la fundación de esa ciudad. Se trata de la India Catalina, cuya espléndida estatua en bronce deslumbra desde lo alto de un pedestal escalonado a cuantos llegan a las murallas de Cartagena desde el continente.

Esta joven indígena, proveniente de una familia de caciques de la etnia caribe Mokaná, fue raptada en la región de Zamba por el conquistador español Diego Nicuesa en su primera incursión en tierras colombianas en 1509, siendo apenas una niña de 14 años. Nicuesa la llevó consigo a Santo Domingo, donde fue educada en nuestra lengua, costumbres y religión, y devuelta a su tierra de Gaira, muy cerca de la actual Cartagena, en 1527, dieciocho años después, siendo ya una atractiva y cultivada mujer.

Algún tiempo más tarde, en 1533, cuando Pedro de Heredia llegó dispuesto a fundar Cartagena, la reclamó a su servicio, enviando una comitiva a buscarla a su tribu. Catalina terminó convirtiéndose en una figura clave en sus funciones de traductora, mediadora y pacificadora entre los españoles y las distintas tribus caribe que habitaban la región. Y también en catequista, ya que, según se dice, convirtió a buen número de indígenas a la religión católica. Lo interesante de esta hermosa mujer, que, al parecer, se paseaba por la incipiente ciudad en topless y con un exiguo taparrabos por toda vestimenta, es que, siendo concubina de Pedro de Heredia, terminó rebelándose y declarando contra él en el Primer Juicio de Residencia en el que se le acusaba, entre otros cargos, de maltratar a los indígenas y robar oro. Eso ya da una idea de su personalidad y sentido de la justicia. Naturalmente, hay quien la considera una ‘puta’ y ‘colaboradora’ con la potencia explotadora, pero son los menos y la mejor prueba es la estatua que honra su memoria y su figura histórica, muy semejante, salvando las indudables distancias, a la de la Malinche mexicana.

Hernán Urbina Joiro, miembro de la Academia de Historia de Cartagena y reconocido médico de esa ciudad, que ha dedicado mucho tiempo y mucho afán a indagar la verdadera historia de la india Catalina, está convencido de que la mujer fue una “pieza clave” durante la conquista y la colonización de aquellas tierras, así como de la fundación de Cartagena.

El doctor, que viajó a España en distintas ocasiones para bucear en el Archivo General de Indias, pasó mucho tiempo revisando los mapas de la conquista y las andaduras de Pedro de Heredia tratando de demostrar que Catalina sí existió y que su papel en la historia del país no se reduce solo a unos cuantos comentarios sobre raptos y complicidades con los españoles. Según él, si  bien es cierto que el personaje se ha sido desdibujando con el tiempo, su investigación -publicada bajo el título “Entre las huellas de la India Catalina” y considerada por muchos como “un documento imprescindible para la historia de Cartagena”-, la rescata un poco de los mitos, las leyendas y el mundo mágico que siempre ha envuelto al personaje.

El doctor Urbina asegura en su estudio que Catalina figura en las cartas que Pedro de Heredia le enviaba en 1533 a Carlos V, donde le comentaba cómo era la tierra que esperaba conquistar. También hablan sobre la entrega de la mujer, en 1533, a Heredia, “por la que no pagó ningún tributo”, de sus intervenciones durante los juicios contra el propio Heredia en 1537, por maltrato a los indígenas. Según Urbina, en las audiencias ante el fiscal de la época, la mujer aseguró “que estuvo trabajando mucho tiempo” con el conquistador, “que había sido su criada” y que “nunca dejará de decir la verdad”.

Nadie niega que la indígena fuera raptada en 1509, cuando apenas tenía 14 años, probablemente la parte de la historia que más atrae a historiadores, novelistas, cronistas y seguidores de su tradición, pero el doctor Urbina asegura que Catalina nunca estuvo de acuerdo con el régimen de terror que infundió Heredia en las tribus del Caribe y mucho menos con los robos que este hizo a la Iglesia, admitiendo también que Catalina sí utilizaba prendas aborígenes (entiéndase un taparrabos por toda vestimenta), como se muestra en la famosa escultura de Cartagena, aunque  eso es algo que tampoco se ha logrado establecer con certeza. Lamentablemente no había fotos en la época.

En cualquier caso, la figura de la india Catalina cobró una insólita relevancia, no solo en Cartagena, sino en toda Colombia, cuando Víctor Nieto, creador del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, la escogió como imagen del evento, en 1960. Después fue el fallecido escultor español, residente en Cartagena, Eladio Gil Zambrana, quién creó su escultura en el año 1974. La espléndida imagen despertó el interés de la ciudad por conocer más sobre el controvertido personaje que representaba y su intrigante papel en la historia de la ciudad.

Más famoso en Colombia que en España, Eladio Gil emigró a Cartagena de Indias en los años 50, donde fue profesor en la Escuela de Bellas Artes. Allí realizó su escultura más famosa: La India Catalina, símbolo de la ciudad e imagen usada para entregar el premio del famoso Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. Si la estatua ya encierra en sí misma una de las historias más controvertidas de los años del descubrimiento de América, la polvareda levantada por su realización no fue menor, ya que el artista utilizó como modelo a Judith Arrieta, una menor de 15 años, desnuda de cintura para arriba. El resto, fue tomado de otra modelo, estudiante de Bellas Artes

Según el sociólogo e historiador cartagenero Emilio Arenas, “la India Catalina forma parte del mito fundacional de un pueblo. Es decir, no existe una historia precisa sobre la indígena, pero a través de las investigaciones, la tradición oral, las creencias y las costumbres, se ha ido construyendo un personaje que ahora ya está ubicado en el subconsciente colectivo del pueblo”. En efecto, heroína o villana, traidora o no a su tribu, amante o esclava de Pedro de Heredia, indiscutiblemente la india Catalina se ha convertido en un símbolo de la ciudad y de la mezcla de razas, luchas, culturas y pasiones que se amalgamaron en su fundación. Amada o denostada, la India Catalina es hoy recordada por todos.

Escultura de la India Catalina en la plaza de El Torno (Cádiz).

Como curiosidad, habría que añadir que en nuestro país existe una réplica de dicha escultura en El Torno, una de esas pedanías jerezanas que nació de una expropiación de terrenos durante la Reforma Agraria de la II República. Allí vivió Eladio Gil Zambrana muchos años. Y allí se exhibe esta estatua, en cuyo pedestal una placa dice: “Estatua cedida por el escultor Eladio Gil Zambrana, Hijo Predilecto de El Torno. 1995”.

Aún me queda por publicar la gran crónica de Cartagena de Indias. Ya está en el horno y pronto aparecerá en las páginas de ABC.

Para dimes y diretes: seivane@seivane.net

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