Hay canciones que apenas han comenzado ya te han roto el corazón. Cuando terminan, no puedes ni siquiera recoger los pedazos. Solo bajar los ojos y perder la mirada un instante, como hizo Bruce Springsteen al presentar a Jackson Browne y pronunciar el nombre de esa obra maestra que es «Late For The Sky».
Pocas canciones consiguen hacerte desaparecer, que tu cabeza se vaya a otro lugar, en un ejercicio de autorreflexión que visto desde fuera parece un soplo de tristeza, de aturdimiento y de leve resignación sobre el inevitable paso del tiempo. Se entrecruzan los versos, las imágenes que se dirigen hacia algún lugar donde te sientes identificado con lo que ahí se dice, con esa perfecta descripción de la pérdida.
La tristeza como emoción a flor de piel, ojos claros que vuelven a ver como Miguel Strogoff después de la tormenta de fuego, sin haber podido responder a una sola de las preguntas, sin saber de qué hablamos cuando ni siquiera podemos comparar lo que decimos con «las cosas que son dichas cuando los amantes se tocan».
Ahora todas las palabras han sido pronunciadas. Y aunque no fue correcto, continuamos atravesando la noche como jinetes intentando entender cómo nuestras vidas nos han llevado hasta allí. Mirándote fijamente a los ojos, no hay nadie puertas adentro a quien haya conocido antes. Y me descubro como si estuviera solo.
Cómo describir la sorpresa de encontrarse frente a frente, sin poder explicar lo que vimos el uno en el otro para enamorarnos. En su lugar, una imagen de lo que pudo haber sido. Y al despertar, solo encuentras el final de un sentimiento. Y ni sabes cuánto tiempo llevas dormido, cuánto tiempo llevas navegando a través de la noche, pero piensas que podrías cerrar los ojos e intentarlo con todas tus fuerzas. Intentar ser aquel que tú necesitas.
Y te sorprendes pensando en cuánto tiempo has estado corriendo sobre el tiempo cada mañana, a través de promesas susurradas sin percatarte de la cambiante luz que te acompaña en la cama en la que los dos mentisteis. Hasta que descubres que es tarde para tocar el cielo con los dedos. Una capa de piel que cae.
Estilos musicales