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Pedrosa-Puig, una rotura esperada

Tomás González-Martín el

Alberto Puig deja de ser el apoderado de Dani Pedrosa. El expiloto de 500 centímetros cúbicos colgó las manetas, destrozada una pierna, y se dedicó a promocionar chavales. A ser entrenador y formador de promesas. Seleccionó a Pedrosa en la Copa Movistar y le convirtió en un piloto campeón. Como decía Puig, no era el más rápido, pero sí el que mejor introducía la moto en las curvas, el que metía la máquina por donde debía. Era fino sobre la montura. Y le gustó su disciplina. Se encontró a un chaval que aceptaba todo lo que se le decía sin rechistar. Quería aprender y triunfar. Era un alumno que lo asimilaba todo. El ideal para formar a un gran piloto.

Puig y Pedrosa caminaron juntos durante casi tres lustros. Y el manager ató demasido corto al joven. Alberto no tiene un carácter fácil. Ve enemigos por todos los lados. Y cada crítica deportiva la consideraba un ataque personal a su pupilo, sino a él. El problema es que a Pedrosa le hizo daño en su faceta de trato público, que no en el capítulo deportivo. Le perjudicó en su imagen. Como dijo Jorge Lorenzo en su día, Dani vivió en una burbuja, demasiado protegido. Y se encerró ante la prensa. No era abierto, ni afable. estaba a la contra, como su representante. Veía a los periodistas como rivales, influido por Puig. Todo comenzó a cambiar hace tres años.

Vimos ya a un Dani más maduro, que contaba cosas de su vida. Con Gemma Rodés como profesional de Honda a su lado, Pedrosa habló de sus sentimientos con naturalidad. Ya no estaba Puig encima, vigilando lo que decía y lo que no debía decir. Y todo el mundo conoció a un Dani risueño. En ABC se le publicaron tres entrevistas deliciosas, relatando sus gustos musicales, sus comidas, sus anhelos, sus pensamientos al ver a tantos amigos en el paro y su preocupación por ellos. Ayudó y ayuda a varios para salir adelante, pero no lo cuenta a la prensa. Lo sabemos. Era, es, el Dani real. Ya no le hacía falta Puig. Y han roto.

Pedrosa campa por si mismo. No necesita consejeros que le frenen en sus declaraciones y le hagan un ser artificial, sin manifestar lo que piensa de verdad. Gusta a los niños porque se ríe con ellos y es simpático, cariñoso. Ya no está en guardia. Habla sin límite y no se pasa. Es, simplemente, el Dani Pedrosa de verdad. Ya era hora. Honda alegría nos da.

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