Era un chaval de los que ya no venden en este mercado que confunde la competitividad con la enemistad. Es cierto que esa agresividad contra el rival de turno la producen los directores de psicología, que intentan recuperar las ganas de vencer en los pilotos a fuerza de situarles al adversario como el peor enemigo de sus vidas. Es lo que hicieron con Rossi, que odió a Gibernau y a Lorenzo para revivir el ansia triunfal. Es lo que quisieron hacer con Jorge, para que odiara a Dani. Tomizawa rompió el molde. Este japonés de 19 años corría contra Elías la temporada pasada, en el Mundial de Moto2, y ensalzaba al manresano. “Toni es un genio”, decía el muchacho de Chiba. El nipón, siempre sonriente, elogiaba a todos los grandes. Porque les admiraba. Quería ser como ellos. Nadie le dijo que no diera jabón a Elías, porque no habría conseguido nada. Shoya saludaba a todos los pilotos y siempre encontraba lo mejor de todo el mundo. Ganó la primera carrera de la historia en Moto2 y aspiró al título hasta que Toni destapó todo su talento. Y llegó la mayor desgracia. “Tomiza” falleció hace un año, el 5 de septiembre, en este circuito de San Marino que hoy le rememora con franca simpatía. Se cayó en medio de la pista, en una recta. Scott Redding y Alex de Angelis no pudieron evitarle. Le arrollaron. Mal lo pasaron ambos. Nunca lo olvidarán. Sufrieron arcadas después de sufrir el duro trance. Shoya falleció. El mundo es injusto. Uno de los mejores profesionales del “paddock” moría. ¿Por qué se van siempre los mejores, los que nunca se lo merecen?
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por
Tomás González-MartÃn
Tomizawa, una persona de las que ya no quedan
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