Los ojos dejan huella

Para no perder cierta y merecida fama de extravagante y caprichoso, sorprenderé al personal con una película vieja, buena, moderadamente conservada en naftalina y, lo más sorprendente de todo, española. Ya he dado la tabarra con ella en otras ocasiones y otros foros. Se titula ‘Los ojos dejan huella’ y la dirigió José Luis Sáenz de Heredia a partir de un modélico guión de Carlos Blanco. Es de 1952, luego anterior a eso que apresuradamente se llama ‘gran cine español’, y pertenece a un género imposible para el lugar y la fecha: el negro. El crimen perfecto diseñado con maestría, ejecutado con absoluta brillantez, filmado con las dosis de luz, sombra y fatalidad precisas… Una película mucho más que digna, interpretada por el duro Raf Vallone, su esposa, la sugestiva Elena Varzi, y otros muchos actores, entre ellos el pipiolo Fernando Fernán Gómez en el papel de policía graciosete y simplón…, y Emma Penella casi irreconocible y espléndida.

El título, además de realmente bonito (without tomato), es de una sutileza extrema, pues el asunto se resuelve precisamente porque los ojos dejan huella…, o sea, las miradas, y especialmente las mentirosas. Hace mucho tiempo que nos hemos olvidado de que el ser humano tiene ese don: el de detectar la mentira en la mirada… Sabemos cuándo nos mienten unos ojos, pero, tal vez por prudencia, por miedo o por supervivencia de la especie, nos hemos empeñado en ocultárnoslo.