Oti Marchante el 19 nov, 2013 Con sólo unos días de diferencia, el cine japonés nos cuela en la cartelera dos obras maestras; la primera, ya, la de Yoji Yamada, Una familia de Tokio, y a la siguiente tanda de estrenos, la de Hirokazu Koreeda, De tal padre, tal hijo. La de Yamada es una maravilla a la altura de la de Ozu, Cuentos de Tokio, con la que está unida argumental, estética y emocionalmente, y no ha terminado uno de verla cuando le vienen unas ganas irreprimibles de verla otra vez, o de ver la de Ozu, o todo Ozu… Y la de Koreeda, está a la altura del mejor cine de este director magnífico. Su mirada a la familia es distinta a la de Yamada y también a la de Ozu, pero difumina las líneas de lo trágico con un sentido del humor y con un manejo de los sentimientos difícilmente superables. Y ya enseguida, también, aparecerá Una vida sencilla, películita sublime de Ann Hui que completa un trío de cine japonés que está en los antípodas de lo que solemos ver. Otros temas Comentarios Oti Marchante el 19 nov, 2013