Si alguien conoce a Perico Vidal y aún no ha leído el libro de Marcos Ordóñez sobre tan fabuloso personaje, pues ha de saber que no tiene mejor cosa que hacer que ponerse a leerlo. Y si alguien no conoce a Perico Vidal, pues que aún se dé más prisa en leerlo, porque a Perico Vidal hay que, al menos, conocerlo; y digo al menos, porque lo ideal sería hacer lo que hizo Marcos Ordóñez: tratarlo, escucharlo, escribirlo… Algo que ya es imposible. El libro se llama “Big Time: la gran vida de Perico Vidal”, y en él cuenta algunos de los momentos de algunas de las películas, de algunos de los directores…, en fin, que uno se pone a leerlo y es como si abriera una pantalla a un cine, a un mundo, a unos tipos que… (a ver, que echo un vistazo a mi alrededor)…, eso, que no existen. No voy a entrar en los detalles de la historia y de sus personajes, que para eso no hay mejor lugar que el propio libro, aunque sí diré que una de sus anécdotas más maravillosas, la de Frank Sinatra al teléfono y al piano y Ava Gardner que lo sorprende…, ya me la había contado Enrique Herreros, que la vivió junto a Perico Vidal. Tan impresionante, nutritivo, vitalista, aventurero y revelador es todo lo que se cuenta en este libro, que, cuando llega su parte final, (la parte de Alana, la hija de Perico Vidal), uno no está preparado para algo tan íntimo, tan sutil, tan gozoso, alegre y triste… En fin, que tengo que darle las gracias a Marcos Ordóñez por sacarme, aunque sólo hayan sido unos cuantos ratos, de este local lúgubre, vulgarote y vergonzoso que es nuestra actualidad. Un poquito de “big time” en estos tiempos en los que reina lo ridículo, lo descarado, lo marrano y lo ágrafo.
Otros temas
