Me lo tengo merecido, y por lo tanto no lo digo aquà como una queja, sino más bien como un aviso. HacÃa mucho tiempo que no veÃa una pelÃcula tan tonta como ‘Exposados’, tan tonta y con tan poca gracia. Es un horror mayúsculo. Pero, ya digo, quién me manda a mà ir a ver algo que ya jiede desde kilómetros.
Es tan desestabilizante, que casi con urgencia médica me he borrado su imagen y su recuerdo con lo primero que tenÃa a mano; bueno, lo primero no, pero casi: con ‘La casa de Bambú’, de pedazo de Fuller, un negro y amarillo al tiempo que es tan cinematográfico que anula por completo los efectos del pesticida anterior.
Ayer vi también ‘Que se mueran los feos’, comedia española y con un dejÃn de italiana(da), pero, claro, al lado de ‘Exposados’ me pareció de Hawks o de Sturges. Tiene golpes, golpazos y golpillos, y mezcla bien lo manoseado con lo ingenioso y sensible(ro). No serÃa raro que tuviera cierto éxito en taquilla.
Y hace un rato (medida de tiempo) he salido de ver ‘El discÃpulo’, una pelÃcula española sobre la vida de Jesús, pero tomado éste desde un lugar más heterodoxo, por decir algo, y con imaginerÃa y música semanasantera; es curiosa, y con suerte para su director, Emilio Ruiz Barrachina, tal vez la crucifiquen.