De qué estamos hablando???

Salgo de ver ‘Speed Racer’, la película de los hermanos Wachowski, y es como si saliera de fumarme un peta en los lavabos de un local de vídeojuegos. Yo sé que lo que he visto no es, en lo hondo, cine, cine, aunque no intentaré convencer a los demás de ello. ‘Speed Racer’ ha de ser otra cosa. Uno no puede ponerse ante esta película con la intención de apresar o liberar alguna emoción. En fin, el caso es que me hace buscar otras películas con las que no tenga el menor parentesco, rápidamente pienso en Douglas Sirk, la esencia del sentimiento, y en su cine hecho exclusivamente para provocar emociones. Total, que los Wachowski y Douglas Sirk se dedican a cosas completamente distintas mediante ejercicios, disciplinas o artes que nada tienen que ver. Pero todos son directores de cine.

De Sirk me encontré hace poco tirado en un estante ‘El asesino poeta’, película anterior a su explosión melodramática. Una peli de cine negro en la que Lucille Ball interpreta a una ‘rubia’ que se propone como canapé para que intente merendársela el psicópata asesino y se delate al tiempo que la policía aparece y lo detiene. El papel del poli lo hace el gran y grande Charles Coburn, que no es precisamente la imagen de la agilidad. Y el sospechoso y galán es un impecable George Sanders, habitual en las primeras pelis de Sirk… A otros les gustará como viste Matthew McConaughey, a mí me gusta como viste George Sanders. Y como esto, pues todo.