No vamos a romper ningún tabú por hablar de una película a la que todavía le faltan unos días para estrenarse; y más teniendo en cuenta que ha suscitado el comentario y la curiosidad entre las voces del blog. Me refiero, claro, a “Tabú”, la película del portugués Miguel Gomes. He remirado mi entrada en el blog sobre ella, cuando la proyectaron en el Festival de Berlín, y como la acabo de volver a ver he de decir que estoy en acuerdo y en desacuerdo conmigo mismo. En acuerdo, porque creo que es una película maravillosa, y en desacuerdo porque creo que es una película absolutamente maravillosa, es decir, que no comparto mi primera impresión de que la primera parte de ella fuera susceptible de raspado. De hecho, ahora veo que su momento más poderoso, el que más me ha empujado a comprender el estado de ánimo de la película está en esa primera parte, cuando suena por primera vez el “Be My Baby” en el cine y la protagonista lisboeta rezuma toda la amargura, la saudade, de una vida que no coincide con la plenitud salvo en esa lágrima que se le escurre mientras dormita a su lado el amor que no lo es…
Película perfecta, que equilibra el alma pessoa con el vértigo murnau, que combina el silencio con la música y la poesía, el amor con la muerte, la pasión con el fracaso, la ludopatía con la soledad, la maravillosa fotografía con el sueño y la voz en “off” con el corazón. Y que requiere esa dosis de paciencia y entrega de todas las cosas que merecen la pena.
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