Épica, ética y estética compiten por ocupar más y el mejor sitio en “300”, película que narra una hazaña bélica, un gesto que miles de años después aún tiene la sublime trama de lo inolvidable: trescientos hombres lucharon contra cientos de miles para mantenerse libres ellos, sus familias y el resto de su pueblo. Eran de Esparta, un lugar hoy inexplicable en el que se vivía del culto a la lucha y del elogio de la guerra. La Historia es una cosa (y en lo tocante a ese episodio, hay testimonios casi del día) y la historia es otra: “300”, la película de Zack Snyder, nos ilustra un cómic, el de Frank Miller, y nos lo sirve al modo de éste,con sus particularidades de trazo, color, plano y viñeta.
La película puede verse con los ojos que se quieran, y es magnífica tanto si se mira a su pellejo como si se mira a su interior; aunque, mirada su interior resulte abrupta y muy discutible y polémico lo que te dice ella o la Historia: que trescientos prefirieron morir que someterse a Jerjes y a sus persas, y que, muriendo, fueron el ejemplo para que el resto de los griegos, encabezados por los espartanos, contuvieran las ansias de dominación. Fueron, si se quiere ver así, la trinchera viviente para derrotar al terror que amenazaba.
Visualmente es exagerada y divertida, y puede servir como tesis y como antítesis.
Y el pico del título serían las otras pelis del día, dos de ellas a competición, la israeli ‘Beaufort’ y la alemana’Yella’, pero creo que este es un buen punto para poner el final.
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