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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Sin halitosis en el espacio

Pablo M. Díez el

China, el tercer país del mundo capaz de poner un hombre en órbita tras Estados Unidos y Rusia, ya está preparando a su segunda generación de astronautas. Para ello, el Hospital Militar 454 de Nanjing, capital de la provincia de Jiangsu, ha sometido a un centenar de candidatos, la mayoría pilotos del Ejército del Aire de entre 27 y 34 años, a unas durísimas pruebas cuyos requisitos han sido difundidos estos días por los medios chinos. De ellos, han sido elegidos 30 y hombres y, por primera vez, 15 mujeres, que se disputarán las cinco plazas masculinas y las dos femeninas disponibles en las tres misiones espaciales previstas por el Gobierno chino para antes de 2012.

Los tres últimos astronautas chinos, que protagonizaron la tercera misión tripulada del país, saludan tras su exitoso paseo espacial del año pasado

Estos “elegidos para la gloria” no podrán tener ni cicatrices en el cuerpo, ni caries en los dientes, ni antecedentes de enfermedades serias en las tres últimas generaciones de su familia. Todo con tal de que los “taikonautas”, como se denomina a los cosmonautas en mandarín, sean auténticos superhombres o supermujeres capaces de conquistar el espacio.
“Estos requisitos tan rigurosos sólo pretenden asegurar que los astronautas podrán aguantar las duras condiciones de gravedad cero”, explicó al periódico “China Daily” Shi Binbin, uno de los responsables del hospital, quien justificó el veto a las cicatrices porque “pueden abrirse y sangrar cuando la nave está despegando”.
Pero no se quedan ahí las condiciones que la Agencia Espacial china impone a sus aspirantes, que no sólo deberán contar con una fortaleza física excepcional y disponer de los conocimientos de experimentados ingenieros, sino que además habrán de cumplir otros requisitos más particulares.
Por ejemplo, el primero de ellos es que no sufran halitosis, ya que, a juicio de Shi Binbin, “el mal aliento podría afectar a otros compañeros en un lugar estrecho como la cápsula espacial”. También serán rechazados aquéllos que tengan una nariz demasiado propensa a los estornudos o la mucosidad, quienes padezcan algún tipo de alergia y, por supuesto, los que sientan mareos en las alturas o claustrofobia en espacios cerrados.
“Los candidatos que superen todas las pruebas y cumplan las cien condiciones exigidas para ser astronautas pueden ser llamados realmente superhombres”, se congratuló el responsable del Hospital 454 del Ejército Popular de Liberación, uno de los cinco centros médicos de China donde se ha llevado a cabo la segunda fase de este exhaustivo proceso de selección.
Superhombres o supermujeres, porque la intención del régimen de Pekín es enviar también a las estrellas a una fémina, tal y como anunció recientemente Yang Liwei, el primer astronauta chino de la historia y hoy subdirector de la Institución de Ingeniería Médica Aeroespacial.
El 15 de octubre de 2003, el coloso oriental lanzó al espacio al comandante Yang Liwei, y, justo dos años después, repitió la gesta con otros dos hombres más. Desde entonces, el programa espacial chino se ha convertido en una cuestión de Estado para el régimen de Pekín, que invierte cada año más de 15.000 millones de euros.
En septiembre del año pasado, Zhai Zhigang se convirtió en el primer chino en dar un paseo por las estrellas al salir de la nave y desplegar una pequeña bandera nacional en el espacio mientras su compañero, Liu Boming, se asomaba brevemente por la escotilla.
Tras las tres misiones con astronautas a bordo de las naves Shenzhou y su primer paseo espacial, China se ha marcado como objetivo para 2012 posar sobre la superficie lunar un vehículo no tripulado. Tres años después, otra expedición se encargaría de recoger muestras y, finalmente, el primer cosmonauta chino pisaría la Luna en 2017. Todo ello, por supuesto, con el permiso de EE.UU. y Rusia, pero también de Japón y la India, que se han sumado a esta carrera espacial con sus satélites lunares Kaguya y Chandrayaan-1.
Además de lanzar a finales de 2007 el satélite orbital Chang´e-1 alrededor de la Luna, los científicos chinos están desarrollando una nueva generación de cohetes Larga Marcha 5, capaces de transportar hasta 25 toneladas de materiales para ensamblar una estación espacial o una base lunar. Dos proyectos que exigirán nuevos paseos espaciales, probados ya con éxito por China en su nuevo afán como superpotencia por dominar las estrellas.
Sin halitosis y sin caries, los “elegidos para la gloria” chinos ya se preparan para conquistar el cosmos.

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