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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Los perros (abandonados) de la guerra

Pablo M. Díez el

Una voluntaria alimenta a un perro herido en la escuela local

Chun Kyoungok, una ecologista surcoreana de 39 años, ama tanto los animales que no le importa poner su vida en peligro por ellos. Desoyendo consejos, ha venido desde Seúl hasta la isla de Yeonpyeong, evacuada tras el bombardeo de Corea del Norte, para atender a los canes dejados atrás por sus dueños al huir. “Cuando leí las noticias sobre los perros abandonados que se peleaban por la comida, me preocupé por ellos y por el riesgo de un brote de rabia”, explica conmovida.

Una voluntaria alimenta a un perro herido en la escuela local

Aunque su labor no es humanitaria, sino más bien “caninataria”, Chun no está sola. La acompañan dos activistas de su grupo, la Asociación para el Bienestar Animal de Corea, y otra de CARE (Coexistencia de los Derechos Animales sobre la Tierra). Juntas, las cuatro mujeres trajeron comida para mascotas y medicinas para curar sus heridas. Es el caso del perrito que duerme en la entrada a la escuela local, cuya pata herida fue curada por la voluntaria de CARE.

“Hemos localizado 20 animales abandonados y lo peor no es que estuvieran hambrientos o tuvieran sed, sino que se sentían muy solos y tenían miedo”, se queja Chun, quien criticó a los dueños por haberlos olvidado.

¿Pero quién puede preocuparse por un chucho cuando está a punto de estallar la Tercera Guerra Mundial en Corea? A los que piensan que está chiflada porque podrían morir muchas personas y éstas son más importantes que los perros, Chun les replica que “si hubiera más amantes de los animales, el mundo sería un lugar más pacífico”. Y, además, no tiene miedo de las amenazas de Corea del Norte “porque el Sur es más fuerte y Kim Jong-il es un perro, el único que no me gusta y habría que sacrificar”.

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