ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Galería del horror en Birmania

Pablo M. Díez el

El ciclón “Nargis” ha desatado una catástrofe de proporciones bíblicas en Birmania, ya que se ha cobrado más de 60.000 muertos y desaparecidos y ha dejado a más de un millón de personas sin hogar. La situación es tan dramática que, como he podido comprobar tras entrar en el país, los cadáveres siguen flotando sobre los ríos que conforman el delta del Irrawaddy, la zona del sur del país que ha resultado la más castigada por este desastre natural. Al aire libre, y muy cerca de donde los vivos siguen bañándose en el río y reconstruyendo sus derruidas chozas, los muertos continúan pudriéndose sin que nadie los retire.
Monstruosamente inflados por el agua y con la piel amoratada, los cuerpos sin vida de personas, vacas y búfalos de agua siguen descomponiéndose entre los restos de las casas derruidas en medio de un insoportable hedor a muerte.
De lejos, parecen espantosos muñecos de plástico que flotan sobre el agua con los brazos y la piernas extendidas, pero de cerca la visión es todavía más espeluznante. Sus rostros, en avanzado estado de putrefacción, se han ennegrecido hasta borrárseles los ojos y la boca y dejarlos irreconocibles.

Mientras tanto, los supervivientes intentan rehacer su vida cotidiana, como Khin Kyi, quien sostiene entre los brazos a su bebé sentada en una silla que parece ser lo único que queda de su casa.

A pocos kilómetros de Pyapon, en el pequeño pueblo de Kyaiklat, el Nargis ha causado una ola de destrucción que tardará mucho tiempo en ser reparada. Así se aprecia en la casa de Aung Dhu, cuyo tejado fue arrancado primero por el viento, luego se cayeron las paredes poco después de que los nueve miembros de su familia huyeran a toda prisa en medio del temporal y su patio está lleno de maderas y ladrillos que han enterrado sus escasas pertenencias.

Su vecina tampoco se ha librado de la devastación sufrida por su humilde casa de madera, que se desmoronó como un castillo de naipes cuando el ciclón “Nargis” trajo el pasado fin de semana vientos huracanados de casi 200 kilómetros por hora y olas de tres metros de altura. Es el rostro, del horror, de una catástrofe natural.

Otros temas

Tags

Pablo M. Díez el

Entradas más recientes