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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

“Cuju”, el tatarabuelo chino del fútbol

Pablo M. Díez el

Por extraño que parezca, es bastante probable que el fútbol naciera en China, un país milenario que se está revelando como la cuna de buena parte de los inventos que mueven al mundo. Al igual que la mayoría de esos grandes descubrimientos que han marcado el desarrollo de la sociedad occidental, como la brújula, la pólvora, el papel o la imprenta, los orígenes del fútbol, que nació en la Inglaterra del siglo XIX tal y como hoy lo conocemos, también se remontan al pasado más remoto del gigante asiático.
En concreto, al siglo V antes de Cristo, cuando los soldados de los periodos de Primavera y Otoño (770-476 a.C.) empezaron a entrenarse practicando un juego conocido como “cuju”, que en mandarían significa “dar patadas a un balón”. En dicho deporte competían dos equipos de diez personas que intentaban colar una pelota de piel casi redonda por el agujero de una red elevada utilizando únicamente los pies y sin que cayera al suelo.

A pesar de su dificultad y de la pericia que exigía, el “cuju” se extendió por todo el país y se convirtió en un deporte muy popular durante la dinastía Qi del Sur (479-502 después de Cristo), que tenía su capital en Linzi. Debido a la trascendencia de esta ciudad, entonces una de las mayores del mundo, el juego llegó hasta Japón hace 1.400 años, antes de que adquiriera unas normas similares al fútbol actual en la dinastía Song (960-1279).
De hecho, hasta el propio presidente de la FIFA, Joseph Blatter, reconoció hace dos años que el “cuju” era el antepasado más antiguo del fútbol, en lo que a todas luces era una operación de marketing para ganar adeptos en el mayor mercado del mundo gracias a sus 1.300 millones de habitantes.
Para aprovechar su pasado histórico con el tirón que el “deporte rey” tiene en la actualidad, la ciudad de Linzi está intentando resucitar el “cuju” con el fin que sea declarado Patrimonio Cultural intangible del coloso oriental.
Pero lo cierto es que, a pesar de ser precursores del deporte rey con tan rudimentario proto-fútbol, poco queda hoy en China de ese glorioso pasado. Con una liga nacida en 1994 y dominada por patrocinadores como Siemens y Hyundai, el fútbol chino ha destacado más por sus casos de corrupción que por sus triunfos deportivos. En medio de frecuentes escándalos por la compra de partidos y el soborno de árbitros, la selección nacional vive un periodo de transición tras su eliminación para el Mundial de Alemania 2006. Ello no impidió, sin embargo, que el Campeonato del Mundo fuera seguido con una pasión desbordada por parte de los chinos, que hicieron frente a la diferencia horaria y permanecieron pegados a sus televisores hasta altas horas de la madrugada.
La “fiebre amarilla” por el nuevo “cuju” fue tal que al menos tres personas murieron víctimas de la emoción. Una de ellas falleció por un ataque cardiaco después de ver tres partidos seguidos, otro pereció tras beber demasiado mientras disfrutaba de un encuentro por televisión y, finalmente, una mujer cayó fulminada al darse una ducha para calmar los nervios.
Al margen de estas desgracias personales, los bares hicieron el “agosto” con el Mundial al instalar grandes pantallas de plasma en sus terrazas al aire libre. Además, las discotecas se adornaron con banderas de las selecciones nacionales participantes e incluso había despampanantes “gogós” ligeras de ropa que se contoneaban sensualmente ante la pantalla para hacer más amenos y excitantes los partidos, subiendo después al escenario con unos carteles indicando el marcador cada vez que se producía un gol.
De momento, los historiadores no han averiguado si en el “cuju” intervenían también esta especie de “cheerladers” de ojos rasgados pero, con o sin ellas, el fútbol ya levanta pasiones también en el Lejano Oriente.

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