Fue un modelo de éxito social, de integración y de superación. A los 33 años de edad fallecía en la localidad congoleña de Kinshasa tras llevar varias semanas ingresada al padecer meningitis cerebral. Una enfermedad que contrajo en Gabón. En el camino dejó tres hijos, y un legado musical digno de los mayores talentos que ha tenido el continente africano. Su compromiso con las mujeres y con los discapacitados le llevó a sostener ejercicios de valentía y coraje durante toda su carrera. Fue una mujer con talento, inteligencia, trabajadora y con mucha convicción de que el arte podía expresarse fuese cual fuese tu situación. Una cantante que publicó casi una decena de discos y que está catalogada como una de las dos grandes voces que ha dado su República Democrática del Congo natal junto a Abeti Masikini.
Su estilo musical es la rumba y el idioma en el que cantaba era el lingala. Resuenan todavía grandes temas como “Ndaya”, “Bakake”, “Zonga Noki” o “Basongueur”. La primera de ellas se convirtió en todo un himno para las mujeres que residían en la ciudad de Kinshasa. Era una compositora y arreglista de sus propias canciones, que poseía una gran entonación, con la voz clara y un tanto nasal. Su defensa del feminismo le llevó a criticar la poligamia o la tenencia de amantes. Una persona con mucha fuerza ya que a la edad de 4 años una inyección de penicilina le hizo quedarse inmóvil entre 1960 y 1962, cuando consiguió recobrar la movilidad de las piernas, aunque siempre sufrió una deformación.
Alfride M’Pongo Landu nació en el seno de una familia militar en la ciudad congoleña de Boma. Perdió a su padre siendo una niña, y se crio con su madre que dirigía un Centro Social para la educación de las niñas. Estudió primaria en la escuela Notre-Dame y allí empezó a cantar en el coro de la Iglesia, Tras acabar sus estudios secundarios se marchó de Boma rumbo a Kinshasa y trabajó hasta los 19 años en la secretaría de una empresa de automóviles. Llegó un momento en su vida en el que apostó por la música y dejó su labor como secretaria. Se enroló en el mundo del espectáculo, con el apodo “M’Pongo Love” gracias a un saxofonista llamado Empompo Loway. Tras ser soportados económicamente por un gerente musical consiguieron crear la primera banda llamada “Tcheke Tcheke Love” donde mostró sus primeras composiciones. Su debut fue en un concierto organizado en un cine del Boulevard du 30 Juin de Kinshasa, donde deleitó al público que se dio cita en el Palladium con el tema “Pas posible Maty”. Empezó a crecer musicalmente con un grupo que se llamó “Les Ya Tupa’s” donde se encontraban gente como Ray Lema, Alfred Nzimbi o Felix Manuaku Waku. Realizó giras por el continente africano y formó parte de la Orquesta Nacional como vocalista. Su rivalidad con la cantante Abeti Masikini, una estrella del país que ya había cantado en el Olympia Parisino hizo que su popularidad creciese. Nunca se supo si su relación era buena o mala, ya que se refería a ella como “Big Sister” e hicieron entrevistas televisivas juntas, aunque en algunas canciones se observaba resentimiento. En los años 80 grabó en París una serie de álbumes y sus canciones empezaron a hablar sobre el divorcio, la valentía de las mujeres, las madres o las malas compañías. Su fama creció internacionalmente al separarse de Empompo Loway y retomar sus actividades con el grupo Tcheke Tcheke Love. Con apenas una treintena de años se mudó a Gabón, y su vida acabó de forma traumática. Una gran estrella ubicada en el centro de las tierras africanas que será recordada de por vida.
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