Lleva un mes impartiendo dosis extraordinarias de moral, espíritu de lucha, ambición y confianza. La ha costado conseguir que muchos jugadores admitieran que tienen potencial para ganar a cualquiera. Esa una frase hecha que después hay que hacer realidad. La temporada pasada se la creyeron porque su rendimiento espectacular, con plusmarcas ligueras de goles (121) y de puntos (100) confirmaba que podían. Pero en la campaña actual no han confiado en sí mismos en demasiadas ocasiones. Especialmente cuando el contrario marcaba primero. Hace un año eran capaces de remontarlo todo y dieron la vuelta a catorce partidos en un curso de ensueño. Ahora, cada vez que soportan un gol en contra sufren como nunca para superarlo. Las derrotas en el Sánchez Pizjuán, en el Villamarín y en Los Cármenes fueron el ejemplo de esa impotencia. Los jugadores lo acusaron. Vieron que no tenían el poderío de antaño. Y Mourinho no ha dejado de inyectarles fe para demostrarles que sí pueden. Que son los mismos. Que deben creérselo. Es erl primer paso para plasmarlo en el Camp Nou y en Old Trafford. «Yes, we can» les ha dicho Mourinho a sus hombres. Y comienzan a creer que es cierto. Si hay un cosa buena que tiene este entrenador es que su propia fe mueve montañas. Es inasequible al desaliento. Y eso hace mella de la buena en sus pupilos. La remontada en Riazor ha venido como anillo al dedo para decirles a sus futbolistas que sí, que ellos pueden. Hay que marcar al menos un gol en Barcelona, el martes, y también en Manchester, el 5 de marzo. Y sus hombres piensan que sí, que es factible.
Los abrazos entre Higuaín, Cristiano, Kaká, Ozil, Arbeloa y Di María en La Coruña evidenciaron unidad y compañerismo en el momento clave. Ronaldo se alegró de conceder el pase final del 1-2 a Gonzalo y se abrazó con todos como si lo hubiera marcado él. El equipo apabulló también a Kaká cuando el brasileño anotó el 1-1 y demostró que su evolución merece ser valorada como un renacimiento de verdad después de tres años de ostracismo físico. Hay unión. Y Xabi está ejerciendo ese eslabón de fusión a tope entre los jugadores para conseguir el martes el pase para la final copera.
«Yes, we can», insiste Mourinho. El éxito o el fracaso se dirime en dos martes consecutivos. El luso les ha advertido que la campaña no puede haber finalizado el día 5. Todos saben que sería un fracaso general. No se la juega solo el técnico. También ellos. Florentino Pérez confía en su equipo. Van a Barcelona a intentar dar un golpe, después de escuchar durante semanas que están tocados, pero no hundidos. «El Real Madrid nunca se rinde, jamás», avisa el presidente del Real Madrid.
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