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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Zidane no es mago, pero sí sabio

Tomás González-Martín el

Nunca hemos visto un entrenador más autocrítico y menos egoísta que Zidane. Es el polo opuesto a los argentinos, que venden su pollino como nadie. El francés es tan humilde, con su sonrisa de complicidad, que incluso se da latigazos dialécticos cuando casi nadie se los pega. Algunos jugadores del Real Madrid, no todos, no le han hecho caso desde que advirtió al plantel que si no entraban a los partidos con intensidad lo pasarían muy mal. Lo denunció en la igualada frente al Villarreal, con el regalo de Ramos en aquel penalti innecesario, y su equipo enlazó tres empates consecutivos en la Liga (el 2-2 de Dortmund no pecó de carencia de nervio) que le hicieron perder el liderato y la seguridad adquirida tras 16 victorias consecutivas en el campeonato español.
Zinedine tenía razón, sus hombres dejaban que los rivales crearan ocasiones que acabaron en gol y pérdida de puntos. Y en el partido frente al Éibar, la tercera igualada consecutiva, se puso duro y cantó las cuarenta a la plantilla. Les explicó que así no podían seguir, que ya no se gana solo con calidad, que debían competir con adrenalina desde el primer segundo y mantenerla todo el encuentro.
Sus pupilos no le hicieron caso ante el Villarreal, la Unión Deportiva Las Palmas y el Éibar.Y el francés se inculpó por no conseguir que sus estrellas hicieran lo que les pedía. En un arrebato de autocrítica, adujo que si no ganaban es porque él también fallaba en más cosas. Se arrogó toda la culpa. Y razonó que él no era el mejor técnico del mundo aunque haya ganado la Champions. Increíble, pero cierta, su franqueza. Los argentinos nunca le entenderán.
Por fin, vistas las orejas al lobo, sus hombres reaccionaron en el Villamarín. Asumieron que un cuarto empate liguero generaría en el club una crisis similar a la sufrida en febrero cuando el Atlético venció por 0-1 en el Bernabéu, preludio de una revolución que después fue triunfal, con la Copa de Europa en el palmarés.
Ahora se auguraba otra revolución que las lesiones convirtieron en obligada. Y esa revolución, con Kovacic e Isco, dio resultado. Los jugadores entraron al partido concentrados, intensos. Zizou pensó que por qué no lo habrían hecho antes. Y por qué no habría hecho la revolución antes.
Sus pupilos admiten tras el 1-6 de Sevilla que su jefe tenia razón. El francés no es un mago, como él mismo pregona sin que nadie le critique esa modestia tan sincera como excesiva, pero sabe de fútbol tanto o más que nadie. Lo ha demostrado con su manejo del plantel y de la prensa. Con su manera de reconocer los problemas graves y restarles gravedad mortal con una sonrisa. Su comportamiento elegante y respetuoso lo relativiza todo. Es una forma de decir que el fútbol es un juego y no hay que dramatizar, aunque sepa que en el Real Madrid todo es mediaticamente dramático. Es el precio que se paga por ser el Real Madrid, siempre en el ojo del huracán de todo el planeta.
Zinedine dice que él no es un mago al mando del Real Madrid. Lo era como fubolista, porque ahí solo dependía de él. Pero casi todas sus decisiones son acertadas. Su valentía en las alineaciones es plausible. Ancelotti no se atrevería a hacer lo que realiza su amigo. hay que poner en valor las muchas cosas que hace bien. Él no es culpable de las lesiones anteriores de Cristiano y Benzema y de las bajas actuales de Modric, Casemiro y Ramos (James es alta para medirse el martes al Legia polaco). Ha hecho rendir a suplentes fijos como Kovacic y Nacho y hay que decirlo.
Un entrenador siempre carga con las culpas, pero en este Real Madrid es quien menos culpa tiene. Han fallado los futbolistas, varios de ellos titulares, no él, por su carencia de garra. Solo se le podrá achacar su retraso en aplicar soluciones drásticas. Pero hasta en esa prudencia es sabio. Sabe esperar y dejar en evidencia que las soluciones se hacen necesarias. sucedió en febrero tras la derrota en el debi. Ahora, sus hombres han reaccionado cuando un cuarto empate exigiría medidas. Ellos también son sabios. Saben que lo hacían mal. Han dado un paso adelante en el momento justo. Zidane no es mago, pero no tiene un pelo de tonto. Y no es porque se lo corte al cero.

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