Tomás González-Martín el 19 abr, 2015 Ancelotti dio una lección de entrenador de equipo grande. Conocía el alcance de las lesiones de Modric y Bale. Sabe que ambos no podrán enfrentarse al Atlético en el partido de vuelta de Champions. Y no lloró. No ha justificado un posible resultado en las ausencias de hombres importantes. El italiano ha ganado como futbolista en el excelso Milán de las Copas de Europa. Y ha dirigido al propio Milán como campeón de la Champions y al Real Madrid como máximo estandarte del torneo. Y sabe que los grandes nunca se quejan. Son los que deben tener mejor banquillo para suplir sus lesiones. Por eso, Carlo no ha hablado de los imponderables y se ha centrado en la visión triunfal que debe demostrar el Real Madrid. Ha explicado con solemnidad que el equipo tiene la posibilidad, en casa, de clasificarse para las semifinales de la Liga de Campeones por quinta temporada consecutiva y no pueden desaprovechar esta oportunidad en el Bernabéu. Tiene toda la razón. Es la única visión que este club ha de tener. El Real Madrid solo posee una medida de afrontar la cosas y es con el optimismo del triunfo. La ocasión de entrar en semifinales de la Champions con una victoria en su estadio es una opción que no siempre se disfruta y es lo único que deben pensar él y sus jugadores. El entrenador ofrece una imagen de equipo que debe superar los problemas y atacar sus dos competiciones, la Copa de Europa y la Liga, con la entrega de todos. Es la razón por la que Ancelotti habla de las rotaciones obligatorias y el concurso de toda su plantilla. Es cierto. Chicharito, Illarra y Jesé viven ahora mayor protagonismo. Y van a tenerlo todavía más. El técnico manifiesta que para poder aspirar a los dos títulos deberá contar con todos sus futbolistas en forma, listos para saltar al campo. Los hechos vividos frente al Málaga y el Atlético le dan la razón. Asume que cada encuentro será una batalla y sus pupilos tendrán que superar el desgaste de los miércoles para ganar también el partido del fin de semana. Un fallo en una de las dos competiciones le dejará fuera de combate. Y no se queja. No llora. Los grandes ganan así. No hay paseos. Por eso, aquella idiotez de los galácticos que parecía que no sudaban no gustó nada en el club, ni en la plantilla. El Real Madrid tiene que trabajar mucho en el césped para ganar. Siempre ha sido así. La calidad sola no gana, porque los rivales se suelen encerrar históricamente y hay que realizar un esfuerzo físico enorme para abrir los cerrojos. El Real Madrid nunca venció caminando. Siempre lo dio todo en el campo. Tanto o más que sus adversarios. Es su secreto. El miércoles tendrá que refrendarlo. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 19 abr, 2015
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