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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Zidane, ese novato que jugaba de cine pero que no es nadie como entrenador

Tomás González-Martín el

Siempre ha respondido siempre con una sonrisa cuando le atacaban. Zinedine ha sido y es una figura mítica como futbolista y su cualidad más destacada no esa esa, sino su humildad objetiva. Obsesiva. Zidane era querido por todo el mundo del fútbol por su calidad como jugador. Propios y extraños, compañeros y rivales, elogiaban su clase. Decía Valdano que era un jugador de dibujos animados. Y el gran Caparrós que dirigía al Sevilla en aquellos años de reinado de Zizou en el campo subrayaba que el francés parecía un personaje de Walt Disney cuando jugaba al fútbol, porque hacía cosas imposibles de creer que solo parecían reales si se creaban en dibujos animados. Era verdad. Pero cuando ZZ pasó a ser entrenador del primer equipo del Real Madrid, ese respeto comenzó a convertirse en crítica fácil.
Lo primero que se dijo de Zidane cuando cogió las riendas del Real Madrid el 4 de enero de 2016 es que era un gran futbolista convertido en un entrenador novato y sin experiencia. Cierto. Y a partir de ese momento no se reconoció su labor íntima, intrínseca, para ganarse a Isco desde el primer día y convencerle de que jugaría. De intentar convencer a James, que no aceptó inicialmente la preferencia por el malagueño, para asumir la competencia total más tarde. Tampoco se alabó a Zidane por apostar por una revolución que fue decisiva: jugar con Casemiro y Lucas y sentar a fichajes cotizados, a los propios Isco y Casemiro, en busca del rendimiento máximo.
Ganó la Champions, la Supercopa de Europa y hace unos meses el Mundial de Clubes, en diciembre, pero el tonito que se ha dejado caer desde sus enemigos, que ya lo son porque es entrenador del Real Madrid, es que ha conquistado títulos gracias a los futbolistas, no gracias al técnico. Incierto. Falso.
Zidane demostró su humildad al decir que ha celebrado los títulos gracias a un gran equipo. Se quitó mérito. Y sus adversarios mentales, incluidos muchos técnicos que no han ganado ni ganarán en su vida una Champions, decían que era mérito de Ramos, de Bale y de Cristiano. Sin noticia del entrenador. Pura envidia. Porque si Zidane no llega a apostar por Casemiro y Lucas, el Real Madrid no gana la undécima Copa de Europa.
Zizou demostró su humildad al decir que era nuevo como entrenador y que tenía menos carrera que sus adversarios, cuando se votó el título de mejor entrenador del año. Era verdad, pero otros habrían presionado para decir que eran los mejores. Zizou no. Siempre humilde. Venció Ranieri, despedido meses más tarde. Zidane sigue hoy en candelero y pelea por otra Champions y la Liga, nada menos.
Zidane ha escuchado durante toda esta temporada que hace los cambios tarde, que no ve el fútbol. Duras críticas. Es el precio de estar en la casa blanca, diana a disparar. Y nadie elogia lo suficiente su apuesta total por realizar nueve cambios en cada partido y crear un once de chavales que juega incluso mejor que el once de veteranos. Pocos técnicos se habrían arriesgado a esto. Cuando comenzó a ejecutar esa estrategia de nueve relevos, incluso muchos exfutbolistas de postín, ahora comentaristas de bulto, criticaron el riesgo que asumía. Decían que cuatro variaciones ya eran muchas. Ahora se callan y elogian al equipo llamado B, pero no elevan a Zidane a entrenador de categoría A. No. Pura envidia de no querer reconocer que se han quedado estancados en el mundo del fútbol. Envidia de admitir que este francés acusado de inexperto y novato les ha dado una lección de modernidad y de un futuro que no están capacitados de juzgar.
Zidane ha revolucionado las tradiciones del Real Madrid y nadie se lo reconoce. El sábado volverá a jugar, ahora en Granada, con canteranos y noveles. Y nadie le reconocerá el premio del éxito táctico y estratégico, que no solo se centra en un partido sino en la planificación de muchos partidos. Ahora se reconoce a Asensio, a Lucas, a Nacho, a Morata, pero no a quien les alinea como titulares en Leganés, en Gijón, en La Coruña, en Granada y en otros campos.
Zidane ha tenido que escuchar hasta hace unos días que Simeone era mucho mejor técnico que él. Y en el partido del 3-0 le dio un baño total. Le ganó la partida del centro del campo con el 4-4-2. Y le arrolló deportivamente cuando el argentino tuvo un ataque de entrenador y realizó cambios para buscar el gol del empate en el segundo tiempo. Zidane le apuntilló al introducir a Lucas y Asensio por las bandas y golearle al contragolpe. Fue la respuesta a las duras acusaciones sufridas por Zizou tras el 1-1 del derbi liguero, cuando sustituyó a Kroos.
Hoy, Zinedine comienza a ser reconocido. Humildemente, como es él. Nadie le eleva a la categoría de gran entrenador. Solo porque lleva dos años. Solo porque no se vende. Si fuera argentino, sería el número uno mundial. Mourinho consiguió menos en dos años con el Oporto y llegó a la Premier com un dios del balón. Si Zizou se vendiera, ¿qué sería? Hay mucha envidia. Da mucha envidia los que son risueños, no sufren y no se molestan por los palos. Como dice él, soy un privilegiado por dirigir al mejor equipo del mundo y cada día es una fiesta. Los envidiosos se mueren al escuchar estas cosas.

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