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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Zidane, cuando la felicidad se irradia en el equipo

Tomás González-Martín el

Zidane nos recuerda a Robinson, el hombre que reía y disfrutaba en la televisión desde que comenzó a trabajar en el medio una vez colgadas las botas. Hoy, el entrenador francés ocupa el cargo más difícil del mundo, dirigir el Real Madrid, y su imagen ofrece una felicidad extraña. Si echamos la vista atrás, vemos siempre que técnicos como Del Bosque, Ancelotti y Schuster envejecieron al trabajar al frente del equipo más famoso del orbe aunque conquistaran títulos muy importantes. Zinedine llegó a un conjunto en crisis el 4 de enero, sufrió el 0-1 del Atlético el 27 de febrero y superó todos los frentes, incluido el 2-0 de Wolfsburgo, hasta ganar la Champions, quedarse a un punto de la Liga, obtener la Supercopa de Europa y rubricar el mejor año de su vida con el Mundial de Clubes. Ha vivido un año casi irrepetible, con sus alegrías y problemas. Pero hoy es más feliz que cuando llegó. Y su tez irradia una ilusión contagiosa que se traslada al equipo. El Madrid juega con la alegría que expresa su jefe de campo. Es el mejor comienzo para alcanzar una meta, un preparador optimista que inyecta su moral al plantel.
Dice Zizou que sus dolores van por dentro. Pero su cara expresa una felicidad sincera. Es inteligente. Y lo que ha ganado en un año en el Real Madrid lo han logrado muy pocos entrenadores en los 115 años de historia de la entidad. Lo sabe. Como él dice, no ganará veinte Champions como entrenador en la casa blanca. Bueno, todo es proponérselo y que le dejen entrenar veinte años. Esa es la moral que expone.
Es difícil que un jugador no se sienta bien a sus órdenes. Hace más rotaciones que nunca, da fútbol a todo el que se merece y triunfa con el equipo menos aristocrático de la historia madridista, repleto de suplentes y canteranos que rinden tanto como las estrellas. Nunca el Madrid dejó que futbolistas como Lucas, Kovacic, Casemiro o Morata tuvieran tanto protagonismo junto a los teóricos titulares. Zinedine ha democratizado el Real Madrid. Juega quien lo merece. Ha democratizado realmente el fútbol.
Da pena escuchar a esos tertulianos de circo que no han hablado nunca ni con entrenadores ni con futbolistas y que sin tener información directa de nada se inventan tontadas con tal de crear polémicas para seguir cobrando del show. No importan lo que digan, sino generar jaleo. Y dicen sandeces tales como la flor de Zidane. Esos payasos de la tele no saben que la suerte no existe en el fútbol. Gana siempre el mejor. Hasta en los penaltis. Que la flor nunca dura un año. Que con la flor no ganas una Champions, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Europa.
Muchos no saben o no quieren reconocer que Zinedine ha inventado nuevas cosas para el fútbol. Con él juega todo el plantel. Y todos sus hombres, hasta Mariano y Casilla, están a punto para jugar y rendir, porque saben que en un minuto pueden ser llamados al campo. Por eso están en plena forma. Casi ningún entrenador ha conseguido tener a veintitrés hombres en plena forma.
Muchos no saben o no quieren saber que Zidane ha lidiado con altura de miras toros como el de James. Toreados con clase. Y si el colombiano hubiera sido más inteligente, la felicidad que siente hoy la podría haber sentido mucho antes. Solo debía demostrar compromiso con el equipo. Zinedine le ha mimado para que rinda. Y el número diez ha tardado en entenderlo. Hace quince años, otro técnico le habría apartado del equipo, por esa falta de compromiso. Hoy, un entrenador como Zizou no recurre a esa medida drástica, que complicaría también un posible traspaso futuro. Al revés, ha hablado con él y le ha pedido pensar solo en ganarse el puesto, no en pensar que tiene el puesto asegurado porque es el líder de Colombia, como le calientan desde su país en un nefasto consejo demagógico.
Cuando James lo ha reflexionado, ha vuelto a rendir. Eso es recuperar un jugador. Zidane es un buen psicólogo. El mejor. Porque fue cocinero antes que fraile. Un gran cocinero. Y eso da respeto al futbolista, que escucha a un hombre que lo fue. La flor de Zidane es su sabiduría. Tiene una floristería de saber. Y ganar.

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