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Vinicius rompe los michelines del Barcelona, es una estrella, pero que no se lo digan, que no se lo crea

El brasileño es el espectáculo del fútbol, distinto, vertical, solo busca el regate y la portería; pocos quedan como él en el mundo del fútbol

Vinicius rompe los michelines del Barcelona, es una estrella, pero que no se lo digan, que no se lo crea
Real Madrid's Brazilian forward Vinicius Junior protests during the Spanish League football match between FC Barcelona and Real Madrid CF at the Camp Nou stadium in Barcelona on October 24, 2021. (Photo by Josep LAGO / AFP)
Tomás González-Martín el

Cada vez que cogía el balón había peligro. Cada vez que arrancaba sembraba el miedo en el Barcelona. Era el más rápido del clásico. Cazaba balones que parecían claros del defensa de turno. Fue el mejor jugador en el Camp Nou, el único que jugó siempre a encarar, a regatear, a centrar y a disparar. Le derribaron, le agarraron y se levantaba para continuar con la pelota en sus boas. Vinicius fue el futbolista diferente, el animador del partido.

 

 

Sus incursiones por la izquierda eran electricidad pura, que está muy cara. Sus penetraciones eran verticales, vértigo, jogo bonito. Le sale o no, pero siempre lo intenta.

Es, Vinicius, un extremo de los que ya no quedan, de los de antes, a la antigua usanza, de los que ataca con su finta al adversario en cuanto posee el balón en sus pies. Es lo que quiere el espectador, nada de centrocuentismo, sino jugadores que sean agresivos en ataque, con el balón directos hacia la portería.

En un encuentro tan táctico, tan estudiado en la estrategia, «Vini Jr.» se salía del guión. Era como un futbolista individualista entre tanto esquema, sin olvidar defender cuando el Barcelona tenía la pelota. Sus incursiones hasta la línea de fondo, incluso en el área pequeña, hicieron sufrir a Ter Stegen, que veía todo el peligro por ese flanco. Los defensores azulgranas corrían hacia atrás y taponaban, no se atrevían a meterle la pierna porque su gambeteo de la derecha a la izquierda y viceversa era carne de pena máxima.

Fue, el de Vinicius, un espectáculo en medio de tanto ajedrez. La velocidad entre tanto pase centrocuentista. Es un futbolista distinto. El juego estaba ralentizado y de pronto surgía el balón largo y ese número 20 que volaba por la banda. El fútbol del ataque madridista siempre se generó por la izquierda. Extenuado de tanta carrera, se quedó tirado en el césped cerca del final del partido, con calambres. Marco Asensio le sustituyó en los últimos minutos y realizó la jugada que Lucas Vázquez remató con el segundo gol.
El chico formado por Cacau en la Escuela do Futebol do Sao Gonçalo fue el mejor. La victoria era el premio a su gran partido. Solo tiene 20 años y ya es una figura, pero no se lo dicen para que no se lo crea.

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