No creo en los Villaratos. Sí en las influencias. En la época de Joan Laporta, el Barcelona disfrutó de unos arbitrajes magníficos. La duda siempre se decidía a favor del conjunto azulgrana. El apoyo de Laporta y de su “zona de influencia” a la candidatura de ÁngelVillar en los momentos difíciles del presidente de la Federación Española de Fútbol fue decisivo para la continuidad del máximo responsable de la FEF. Después, los éxitos de la selección española acabaron con la presión del PSOE para acabar con Villar, rodeado de un grupo de directivos acusados de gastos suntuosos. El Partido Socialista, por cierto, se bajó de aquel carro. ¿Por qué, solo porque España ganaba ya no había corrupción? Deberían estudiárselo, que dice mi portera, Juanita.
Por el mismo criterio, debería estudiarse aquella influencia de Laporta. El Barcelona jugó entonces a balón rodado. Ni una protesta a los árbitros. Y los colegiados respetaban en demasía al equipo catalán, porque sus formas eran las deseadas por el colectivo arbitral.
El Real Madrid conocía el paño. Por eso comenzó a protestar. Ahora, Ancelotti se comporta con la prudencia y el respeto de aquel Barcelona. No critica a los árbitros ni aunque le perjudiquen en todas las decisiones, como sucedió en Pamplona. El mismo día del perjuicio generado por Clos Gómez al conjunto madrileño, al Barcelona se le pitó un penalti a favor cuando no conseguía romper el muro del Villarreal ni con bombas. Y dijo Martino que no era penalti. Sí se señaló, sin embargo. Y 1-0 en el momento clave.
A Modric le hicieron uno más claro en El Sadar y no fue castigado. ¿Por qué?. El Madrid observa trato diferencial precisamente cuando más cerca estaba del liderato. Cuando el Barcelona acaba de soportar dos derrotas consecutivas, llega la ayudita ante el Villarreal. ¿Ese penalti se le habría pitado frente al Bayern? Va a ser que no. Claro, era el Villarreal y le hundieron el submarino.
Ahora, los blancos se encuentran a cinco puntos del Barcelona y del Atlético cuando deberían estar a tres. Ni les señalaron el penalti a Modric, ni se expulsó al osasunista Arribas por esa pena máxima cometida y encima dejaron al Madrid con diez por roja a Ramos. De ser uno más en el campo, los madridistas pasaron a ser uno menos y sin un hipotético gol a favor. Ni Guruceta, que en paz descanse, se habría atrevido.
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