No ha sido inteligente, ni listo. Zidane ha sacado la faca y ha cortado el cuello al Real Madrid. Un club que deseaba que siguiera a pesar de sus múltiples errores cometidos esta temporada. Pero el francés se ha ido haciendo sangre cuando ha sido él personalmente quien ha decidido irse. Nadie le ha echado. Y se ha despedido de malas manera, de forma inelegante, desagradecido, porque no sentía, según él , el apoyo que vivió en tiempos anteriores, cuando ganó títulos. Claro, Zizou quería que le apoyaran como en los años de vino y rosas. Pero eso no podía ser igual cuando el Real Madrid estuvo al borde de caer en la fase previa de la Copa de Europa por primera vez en su historia por culpa de su cabezonería en confiar solo en los veteranos y no en los jóvenes que podían dar un cambio al equipo, como Militao, Vinicius y Valverde han demostrado en cuanto les dio minutos por obligación, ante la falta de jugadores.
Su negativa para fichar a Kepa hace dos años, que podía venir al Real Madrid por 20 millones, fue el primer bulto sospechoso que el Real Madrid sintió en su pecho, en su corazón. Dijo que no quería cambio. Es su sino, no cambiar. Y en la espalda se sentía que deseaba que su hijo Luca ascendiera como tercer guardameta. Marcos Llorente, Reguilón, Vinicius, Rodrygo, Militao y Valverde han sido sus siguientes fallos de concepto. No creyó en ellos.
El marsellés llegó al final de esta campaña a las semifinales de la Champions y al subcampeonato de Liga gracias a futbolistas en los que no cree. Tuvo la fortuna de pelear por ambos títulos gracias al rendimiento de Militao, al que no dio partidos hasta los últimos dos meses. Lucho por todo gracias a Valverde, al que defenestró en el banquillo tras ser uno de los mejores durante la pasada temporada, en la que gamo la Liga y la Supercopa de Arabia Saudí con el uruguayo como referente. Compitió por los títulos hasta hace un mes gracias a Vinicius, en el que nunca creyó. Tampoco dio juego a Rodrygo hasta que las bajas le obligaron a hacerlo.
En una visión a medio plazo, es el responsable de no creer en Marcos Llorente, del que dijo hace unos meses, en plena Liga, que antes no jugaba como lo hace ahora. Claro, su misión es ver las opciones de cada futbolista. Simeone le encontró otro puesto, otro especio, por la derecha, y ha marcado doce goles en la Liga. Recordemos que Llorente ya se quiso ir del Real Madrid en diciembre de 2017, cuando veía que no jugaba. Hoy, Marcos Llorente es uno de los grandes culpables del título rojiblanco.
Zinedine también es el responsable del adiós de Reguilón, que tuvo que marcharse al Tottenham. Ceballos también se fue porque Zizou no creía en él. Y el colmo fue la cesión de Odegaard, en enero. El noruego vino para ser titular en el Real Madrid y el entrenador no confió en él. Odegaard pidió marcharse. Y le dejó irse. Una cesión que impidió el adiós de Isco, que estaba dispuesto a dejar el club hace cinco meses.
El Real Madrid pidió a Zidane hacer la revolución con los jóvenes y solo la hizo, por necesidad, en marzo, abril y mayo, ante la falta de jugadores. Y esos jóvenes le dieron la vida. Ahora Zidane habla de falta de apoyo y la realidad es que no hizo el cambio que tenía que llevar a cabo. El que hay que hacer ahora, pero que tampoco quiere realizar, porque prefiere a muchos de los veteranos con los que gano el cielo, pero que ya no están para ganar nada. Solo Kroos y Modric mantienen el nivel, pero Zidane deseaba seguir con otros veteranos que ya no pueden aportar nada al Real Madrid.
La semifinal de la Champions en Londres fue el remate de esa filosofía equivocada. Zizou sacó a Ramos, Hazard y Mendy, que no estaban en condiciones de jugar. El equipo perdió 2-0.
Ahoa critica Zinedine que en noviembre se decía que le echaban si no pasaba a octavos de final de la Copa de Europa. Habría sido lógico, pues el Real Madrid nunca cayó en la fase de liguilla. Y esa situación era culpa suya, con los mejores jugadores en el banquillo. Vinicius, ese jugador en el que nunca creyó, al que quiso ceder en agosto, le sacó del fuego. Zidane se va acusando de forma grave y agria. Y se ha ido solo. Nadie le ha echado. Critica con dureza por haberse ido por decisión propia. Se ha cerrado las puertas del Real Madrid de manera inelegante, ante el presidente que le dio todo durante veinte años. Él sabrá. pero debería pensar en un poquito de autocrítica.
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