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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

La diferencia entre Cristiano y Messi

Tomás González-Martín el

Cristiano ha vuelto a contestar a sus críticos con goles al Bayern y goles al Atlético en los partidos más importantes, en los cuartos de final y en las semifinales de la Champions. El portugués ha respondido con hechos a esos barcelonistas irredentos y a esos antimadridistas enfermizos que propagan desde hace siete años que el luso solo marca a los equipos pequeños y en los encuentros intrascedentes.
Carlos Alonso González, Santillana, gran goleador del conjunto blanco durante dos décadas, ha lanzado la mejor contracrónica de esos comentarios que desvelan que quienes los hacen no comprenden nada de fútbol. Santillana, autor de 280 dianas en la casa blanca, subraya que marcar 400 tantos en el Real Madrid es un hecho prodigioso. El cántabro precisa que es muy difícil marcar dos o tres goles en cada partido, sea al Granada o al Manchester United. Porque lo más difícil es marcar tres veces en noventa minutos. Lo dice un hombre que firmó 280 dianas y que sabe algo del asunto.
Cristiano ha rubricado esas palabras de Santillana al marcar también en partido decisivos durante toda su etapa madridista, desde 2009 hasta hace unos días al Atlético. Que le digan al propio Atlético si eran intrascendentes los goles de folha seca a Courtois. Cristiano acierta en partidos decisivos y en los menos determinantes. Que le digan a Simeone si Cristiano acierta en los encuentros sin interés, como aquel 0-3 firmado por el luso. Que se lo digan al Bayern. Y al Wolsburgo. Y al Schalke. Y al Barcelona en la Liga de los récords 2012 y en la Copa del Rey 2011. El portugués fue fundamental para ganar la Undécima con sus tres tantos al Wolfsburgo, que remontaron el desastre del 2-0 en Alemania. Decir que el actual Balón de Oro solo marca en partidos nimios es una idiotez y una ofensa a la inteligencia.
Cristiano se ha ganado por derecho propio su aspiración a conquistar el quinto Balón de Oro. Raudos han salido los hilos mediáticos del barcelonismo para decir que Messi es el mejor del mundo y debe obtener el sexto. Es desagradable entrar en este juego de intereses y presiones que no aportan objetividad y sí una parcialidad primitiva, cateta, provinciana, lejana al reino internacional que Ronaldo y Leo se reparten desde hace una década prodigiosa. Los dos se merecen el Balón de Oro casi cada año. No tienen rivales. Neymar no les llega a la suela de la folha seca y Griezmann no está tampoco ese nivel, aunque ya ha superado a Neymar como tercera opción.
Ronaldo tiene toda la razón para aspirar y ganar su quinto Balón de Oro porque aparte de su calidad como delantero inyecta una enorme virtud que Messi no ha demostrado en muchas ocasiones: liderazgo y carisma. Cristiano aparece y decide cuando más lo necesita el Real Madrid. Messi no puede decir lo mismo.
El año pasado, Ronaldo decidió la Champions y la Eurocopa con una participación perfecta. Supo llevar a Portugal al título. La salvó con goles decisivos en las situaciones críticas hasta llegar a ganar la Eurocopa que el país se merecía desde la era Eusebio. Cristiano se ha convertido en el rey del Real Madrid y en el rey de Portugal, superando al mito de Eusebio. Y esta temporada ha vuelto a ser fundamental para que el Real Madrid aspire a llegar a la final de la Copa de Europa y a ganar la duodécima. Si el Madrid la consigue, será mérito primordial del portugués. Y si no la consigue, la participacióbn del luso será igualmente memorable.
Messi, sin embargo, no es un líder con Argentina. Sus fiascos en el Mundial y en la Copa América son sobresalientes. Especialmente, porque no se impone como líder del equipo, cosa que sí hace Ronaldo con Portugal. Si eres el mejor, el equipo juega en torno a Cristiano. Messi no lo ha hecho. No ha sabido. No tiene la personalidad de imponer esa lógica que Luis Aragonés siempre pregonaba: hacer un esquema en torno a un gran futbolista.
Messi ha contado con las mejores selecciones argentinas de la historia a su vera, se ha visto rodeado de grandes jugadores, de compatriotas de talla mundial, y no ha sabido mandar y vencer. Cristiano, con selecciones rojiverdes menos cualitativas, ha sacado petróleo de secarrales. Históricamente, Messi no ha sabido imponerse a los veteranos en la albiceleste, cuando es el mejor jugador de Argentina desde hace doce años. Portugal no ha dudado en elegir a CR7 como el mejor y jugaba a explotar sus virtudes. Es la diferencia entre uno y otro. Y eso se refleja en los títulos. Cristiano ya es un mito supranacional en Portugal. A Messi le achacan y le achacarán siempre que no ha sabido rendir con Argentina. Maradona ganó mucho más que Leo con la albiceleste. Y eso duele.
Ahora, Cristiano también está siendo determinante con el Real Madrid. Junto a sus goles importantes en la Liga, ha goleado al Bayern y al Atlético. Esta Champions llevará su nombre para siempre, la gane o no, por sus dianas en cuartos de final y en semifinales. Luego, el balón y el título pondrán un campeón como club el 3 de junio, pero el ganador individual es el luso. Messi, sin embargo, consta como desaparecido en combate frente a la Juventus en los cuartos de final. Cuando había que decidir, no apareció. Ni un gol del Barcelona a los italianos en dos partidos. Es ahí cuando hay que demostrar que uno es el mejor y debe ganar otro Balón aúreo. Messi no estaba.
Por todo ello, ahora, Cristiano puja por el quinto Balón de Oro. Con justicia. Después, los votos decidirán. Pero si lo gana, será merecido.

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