Tomás González-Martín el 23 oct, 2016 Son duros de entendederas. Acostumbrados a chantajear al club durante décadas, les cuesta asumir que Florentino Pérez, al igual que hizo Laporta en el Barcelona, acordó, en la mejor decisión conjunta de los dos grandes, atacar esa dictadura de los grupos ultras para acabar con ellos y convertir al Real Madrid y al Bernabéu en un estadio que anime al equipo hasta el final, con sumo respeto al contrario. El presidente de la casa blanca ha conseguido que los seguidores blancos sean un ejemplo de apoyo y de comportamiento. Pérez echó a los ultras sur, que nunca creyeron que podrían con ellos. Pensaban que al cabo del tiempo volverían, como siempre sucedía, porque el estadio es frío y no anima. Florentino Pérez ha creado la grada joven de animación precisamente para crear un ambiente de calor, cordial, como los forofos del Borussia Dortmund. Pero tiene claro que nunca permitirá que los radicales vuelvan con sus navajas y con sus reventas de abonos para vivir del cuento y campar por donde quieran. No. Se acabó. En la asamblea del Real Madrid se quejaban algunos de esos individuos porque han visto que el dirigente no cede y mantendrá la lucha contra los violentos como una norma inviolable ¡Violentos fuera!. Y están fuera. Y ya lo comienzan a asimilan, lentamente, pero la fuerza de los hechos es clarividente. Reflexionan que con Pérez no podrán. Aunque manchen habitualmente la tumba de María de los Ángeles Sandoval, su esposa, con Florentino no podrán. Aunque pinten la tumba de Pitina de forma soez, con Florentino no podrán. Lo saben. Por eso pintaban la tumba. Como a Laporta le ponían dianas de muerte por toda Barcelona los impresentables Boixos Nois. Tampoco han podido volver a dominar el cotarro en la ciudad Condal. Real Madrid y Barcelona hicieron algo grande juntos. Se demuestra que cuando los grandes se unen, nadie puede contra ellos. Pérez explicó en la asamblea que se han retirado 1.460 abonos en un año. La Policía cazó reventas de cien abonos en un solo partido. Los grupos radicales vendían, compraban y alquilaban habitualmente localidades. Ahora, el club ha continuado su persecución de esa corrupción. Por eso instituyó que las entradas de la final de Milán y de otros partidos importantes se recojan en el lugar del encuentro. El que compra una entrada, viaja y coge allí la localidad o se queda sin ella. Se acabó la corrupción. Podrán manchar la tumba de Pitina, pero nunca podrán vencer el pulso al club, que gana la Champions en años alternos a pesar de ellos. Los socios compromisarios cantaron en la asamblea ¡violentos fuera! María de los Ángeles Sandoval le dice a Florentino, por las noches, que está orgulloso de él por esa fuerza en defensa de la razón. Que pinten su tumba. Cabalgamos. El Madrid ha ganado dos Copas de Europa y otros títulos sin ellos. Sin navajear. Sin insultar. Sin pegar a nadie. Es otro estilo. Y ellos sobran en él. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 23 oct, 2016
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