Todos los futbolistas y exfutbolistas del mundo manifiestan sin tapujos que el Balón de Oro debe ser para Cristiano, que ha protagonizado la temporada más bonita de su extensa carrera, nacida hace quince años, al conquistar su tercera Champions, ser el máximo goleador de la Undécima con16 tantos y rematar el curso con la Eurocopa. Incluso ganó la Euro 2016 para Portugal desde el banquillo, dando órdenes al cuadro arbitral, alucinado ante ese cojo que jugaba de cine desde la banda presionando, pidiendo la hora, protestanto y aturullando al cuarto árbitro, que ha pedido la jubilacíón por estrés traumático.
Lo que nadie dice y hay que decirlo es que el Balón de Plata debe ser para Gareth Bale. Porque si Ronaldo ha conseguido los grandes títulos, el galés ha sido el jugador determinante en la obtención de la Undécima, con su rendimiento y sus goles, yse convirtió en el futbolista fundamental en la histórica clasificación de Gales hasta las semifinales de la Eurocopa, hito legendario en la leyenda del pequeño país británico, superado precisamente en ellas por Cristiano y la escuadra lusitana.
Bale fue el hombre clave en el éxito de la Champions madridista, como ha destacado Radomir Antic. Decidió las semifinales ante el Manchester City con su golazo en el Bernabéu, fue el futbolista importante en otros partidos de la Copa de Europa, marcó también su penalti decisorio en la tanda que eligió al campeón en Milán y fue la estrella que con sus goles y su regularidad permitió al Real Madrid aspirar al título de Liga hasta la última jornada, en Riazor.
Ha sido la mejor campaña de Bale en el Real Madrid. Ha liderado también el mejor año de Gales en su centenaria vida. Y se merece el Balón de Plata. Y no pedimos el Balón de Bronce para Keylor porque hay que dejar algo para los demás.
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