Tomás González-Martín el 14 sep, 2016 El Real Madrid fue el pionero de la leyenda del fútbol, con sus cinco Copas de Europa consecutivas, y se le exige ser el mejor siempre y en todas las facetas. El antimadridismo latente, formado por barcelonistas irredentos que odian todo lo que sea blanco con tintes más políticos que deportivos, menosprecia siempre los partidos, las victorias y el fútbol del conjunto madrileño. Al Real Madrid se le exige jugar como el Ajax de Cruyff, defender como el Atlético de Simeone y marcar goles como el propio Real Madrid de Cristiano y de Di Stéfano. Si no gana siemrpe así, es que ha jugado mal y vence porque se ha gastado mucho dinero en grandes futbolistas. Esos antimadridistas genéticos no utilizan el mismo calificativo general para definir que el Barcelona gana a equipitos de tercer nivel con un dineral invertido en Suárez, Neymar, Rakitic, Mascherano, Digne, Stegen, Arda, Umtiti, Cillessen y muchos más jugadores que se han marchado ya como Bravo, Adriano, Keyta y una lista interminable. La diferente barra de medir es evidente. El último gran ejemplo de esta dicotomía parcial es el juicio dado a la goleada del Barcelona sobre el Celtic. después de hacer el ridículo frente al glorioso Alavés, un ridículo comenzado por las decisiones de Luis Enrique el pasado sábado y finalizado con el desastre del equipo en el Camp Nou ante un modesto de la Liga española. Tres días después todo se ha olvidado. Solo fue un accidente y el 7-0 al conjunto escocés es definido como una victoria galáctica (azulgrana) en el torneo fetiche (alucinante) del barcelonismo. Hablemos claro, señores de la parcialidad manifiesta. Cuando el Real Madrid anotó un 8-0 sobre el Malmoe, el equipo sueco era una banda de amiguetes y la goleada no tenía mérito alguno. Y ahora, el Barça ha vencido a un conjunto de tercera fila, camino de la cuarta, que se llama Celtic, que hace unos días goleó al Glasgow Rangers, otro equipo otrora importante que había descendido hasta la tercera división escocesa, que es como la Regional española. Hoy, el Celtic juega en una liga, la escocesa, que es como la Segunda española. Y el once azulgrana derrotó a un equipo de muy bajo nivel, similar al Malmoe. Pero ya saben lo que dice el barcelonismo endiosado, que vive del antimadridismo sanguíneo: triunfo monumental de Messi y sus amigos en el estreno de la Champions. Cuando el Madrid marcó ocho tantos al Malmoe, aquello fue un partido de solteros contra casados. Al final, el Real Madrid del partido de solteros contra casados ganó la Copa de Europa por undécima vez. Y uno tiene que escuchar que el Barcelona ganó al Celtic en su competición fetiche (¿) (?). ¿Fetiche la Copa de Europa para el Barcelona? Según Piqué, prodigio de imparcialidad manifiesta, el Barcelona es el equipo más importante de España porque ganó la Liga y la Copa, que al parecer son más relevantes internacionalmente que la Champions. Pero un año antes, cuando el Barcelona ganó la quinta Copa de Europa de su historial, el conjunto catalán si era el número uno del mundo. Y la prensa controlada desde el nacionalismo imperante les sigue el cuento hasta la tontuna insuperable. Vamos a ver, señores. Sean ustedes madridistas, atléticos, barcelonistas o seguidores del Ajax, todo el planeta asume que la Champions es la competición fetiche del Real Madrid, y viceversa. Nadie, ni los mayores enemigos del Real Madrid, dudan de esa realidad, por mucho que les duela a los barcelonistas. Los dos, la Copa de Europa y el Real Madrid, se hicieron leyenda gracias a su matrimonio triunfal desde 1955. El Madrid hizo grande la Cope d’Europe y el torneo, creado por un periodista de L’Equipe, mitificó al Real Madrid de Di Stéfano, Gento, Puskas, Santamaría, Rial, Juanito Alonso, Marquitos, Muñoz y tantos otros jugadores que hicieron historia en la competición más brillante del orbe. Ahora resulta que la Copa de Europa es la competición fetiche del Barcelona. En su obsesión acomplejada con todo lo que rodea al Real Madrid, en ese anhelo por pisar las huellas de la casa blanca, el barcelonismo acomplejado ya no sabe lo que hacer. Miren ustedes: el fetiche del Barcelona es el Real Madrid. ¿Qué sería del barcelonismo victimista, que todavía hoy (Vilarrubí, Freixa), habla de centralismo, sin el Real Madrid?. Todo el mundo sabe que el inteligente Laporta hizo que el arbitraje fuera bastante favorable al Barcelona desde hace unos cuantos lustros, como se han quejado tantas veces muchos madridistas. Pero el Barcelona vive mejor llorando siempre. E inventando fetiches. El problema del fetichismo es que genera gafes insondables. Y el del barcelonismo es el color blanco. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 14 sep, 2016
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