La tiene entre ceja y ceja. No piensa en otra cosa desde que vivió el 0-4 histórico de Múnich, con dos goles firmados. Va a jugar como sea. Las finales de la Copa de Europa son trenes que pasan muy pocas veces en tu vida. La mayoría de los futbolistas no saben lo que es eso. No conocen esas vías. Solo un 0,1 por ciento de los jugadores saben lo que es disfrutar de una final de la Liga de Campeones. Por eso, hay que disputarlas y ganarlas. Cristiano estará en el césped del estadio Da Luz. Es su país, Portugal. Es el coliseo más famoso de su tierra lusitana. Es el ídolo nacional. No puede faltar en su casa. Quiere ganar su segunda Champions. Con el Manchester United obtuvo una y perdió otra. Lleva cinco años intentado este triunfo con el Real Madrid . No puede fallar. Ronaldo defiende la épica de Pedja, que jugó lesionado, con un desgarro, en 1998. Y con esa rotura marcó el gol decisivo. Ahora, CR7 sigue la misma senda. Salvo que estuviera cojo, y no lo está, saltará al campo para estrenar su historial de trofeos de Champions con el Madrid, ese que Gento encabeza con seis copas.
El goleador se ha planificado un trabajo de seis días para ponerse a punto. Autogestión. Nadie como él conoce la musculatura solemne de un superdotado. Sus sensaciones marcan su trabajo físico. Los médicos y los fisioterapeutas le preguntan y según les informa, así se prepara.
CR7 quiere hacer historia en el Real Madrid. Supera todas las marcas de goles. Necesita más títulos. La Copa de Europa es su meta principal. Tiene esa presión desde que le ficharon en 2009. La asumió desde el primer día. Le gusta. Le va la marcha. Quiere triunfar y arriesgará en el campo. Florentino Pérez le fichó para estas cosas. Cristiano cogió este tren hace cinco años y no se ha bajado de él.
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