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Cuando en el minuto 63 de aquel partido, Thomas Meunier le soltó esa patada a Eden Hazard, nadie pudo imaginar las terribles consecuencias que iban a producirle no ya a la estrella del equipo sino a todo el equipo. Tras el Real Madrid-PSG de Champions del pasado 26 de noviembre, nada es lo mismo. Hoy, exactamente un mes después de que un belga dejara en la cuneta a otro belga nos encontramos ante dos certezas, a cada cual más dura: que el conjunto de Zidane sin Hazard es mucho menos Madrid y que el número siete blanco no podrá reaparecer en la Supercopa de España. Esta es la triste realidad que maneja tanto el jugador como los Servicios Médicos del Real Madrid. Así pues, con Hazard no se juega, y lo que parece más preocupante, sin Hazard tampoco se juega mucho, porque el rendimiento y sobre todo la contundencia del equipo en ataque han descendido de forma escalonada desde su salida forzosa.
El madridismo lamenta su ausencia porque fue precisamente unos 10 días antes de recibir aquella patada de Meunier cuando comenzó a ejercer el gran Hazard. Su dominio de los ritmos de los encuentros descubrieron un Madrid más moderno, más ágil, más intuitivo y más eficaz. Hazard parecía haberse librado de las cadenas que le retenían desde comienzo de temporada, y su gestión del juego convertía en mejores y, más importante que esto, más eficaces a sus compañeros. Desde su lesión, mucho orden, control y presión, pero apenas ningún rasgo de genialidad.
Hazard sufrió una durísima entrada que hizo saltar las alarmas ya que justo en ese lugar tiene implantada desde hace dos años una placa de titanio, tras otra patada como estrella del Chelsea. Su trabajo inicial de reposo y sesiones de radioterapia ofrecieron una ventana a la esperanza de una recuperación acelerada, pero los dolores en esa pierna continuaban. Una vez que el edema desapareció casi completamente, los doctores, que le sometían a diversos exámenes radiológicos diarios, pudieron descubrir una diminuta fisura en el hueso: los tres milímetros más dolorosos y, por lo que se ve, más caros del fútbol.
La cuestión, importantísima por lo que parece a todas luces, de que Hazard regrese, es algo que ya tienen asumido tanto los doctores como el jugador. Podría arriesgar y acelerar en los plazos, pero el peligro sería mayúsculo.
Estamos en el ecuador de la temporada y no es cuestión de arriesgar. Quedan cinco meses decisivos para pelear por la Liga y por la Champions. Su primer reto es encontrarse bien para disputar el derbi, el 1 de febrero en el Bernabéu. Antes podría recibir algunos minutos ante el Sevilla o frente al Valladolid. Y su objetivo fundamental es adquirir la plena forma para sentirse al cien por cien el 26 de febrero en la Champions, ante el Manchester City de Guardiola.
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