Usted tiene razón. Estos jóvenes de ahora no tienen el espíritu de sacrifico de ustedes, de Ramos, de Pepe, de usted mismo. Y hay que enseñárselo. Inyectárselo. Hacerles sentir verdaderamente lo que es pertenecer al Real Madrid.
Usted se enfadó con todos los argumentos en Valladolid. Mientras usted se dejabala piel corriendo arriba y abajo, cortando in extremis contragolpes peligrosos del equipo local, había jugadores que se paseaban por la hierba. Mientras usted, Sergio y Pepe defendían al límite de la extenuación, había compañeros que desde el 0-1 sestearon por el Nuevo Zorrilla. Estuvieron medio partido ausentes cuando el equipo se jugaba la Liga. Usted se indignó. Así no es el Real Madrid.
Solo lo representaron ustedes tres. El Madrid se define por darlo todo. Se puede ganar o perder, pero nunca se dudaba del sacrificio del equipo. Ahora, hay futbolistas que no lo dan todo. Sí, ya sé que aducen que están cansados. Pero cansado estaba usted, de luchar contra el Bayern, contra el Valencia y contra el Vallodolid, y se dejó la vida en los tres partidos. Otros no pueden decir lo mismo.
Dijo usted, con razón, que esto no puede repetirse. Especialmente, porque si no hay esfuerzo total no se ganará la Champions. Si el Madrid no vuelve a jugar con la solidaridad defensiva expuesta frente al Barcelona en la Copa, no habrá Décima. Si Isco, Di María y Benzema no ayudan a tapar a sus defensas cuando estos suben, no habrá Copa de Europa. Si no se reitera el espíritu de Múnich, habrá fiasco en Lisboa. Los futbolistas lo saben.
Algunos futbolistas de Ancelotti deben recuperarse físicamente en estos quince días. Y sobre todo mentalmente. Han de pensar que tendrán que esforzarse al límite para ganar la Champions frente a un Atlético que excede temperamento por todos sus puestos, desde Juanfran a Diego Costa pasando por Gabi. Al Madrid le falta ese carácter en algunos futbolistas. Lo sacaron en la final de Copa y en la batalla de Múnich. Eso significa que, cuando quieren, pueden. Pues deberán querer en Lisboa el día 24 si anhelan ser protagonistas de la historia del Real Madrid. O pasarán a la historia como secundarios. Xabi, usted tiene razón. Haga algo. Mucho. Hable con esos compañeros. Usted debe leerles la cartilla blanca. La que Di Stéfano comenzó a escribir con letras de oro en 1955.
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