Tomás González-Martín el 16 abr, 2017 Es galés, no se abre al exterior, no intenta hablar español, aunque lo habla, no filtra a periodistas elegidos y todo eso se paga caro. Gareth Bale estaba realizando la mejor temporada de su etapa en el Real Madrid, comenzada en 2013, y una entrada a matar de un defensor suramericano del Sporting de Portugal, cuyo nombre no merece ni ser citado, le rompió los tendones peroneos en noviembre y cercenó una campaña excelente del británico, que se había echado el Real Madrid a la espalda, como lo hizo la temporada pasada. Sí, porque en el curso de la Undécima, Bale fue decisivo para ganar esa Copa de Europa. Si Cristiano goleó con su 3-0 particular al Wolfsburgo, Bale eliminó al Manchester City en semifinales y llevó al Real Madrid a pujar por la Liga hasta la última jornada. Incluso los blancos fueron campeones durante un cuarto de hora de esa jornada 38. Pero nadie elogia a Bale, nadie reconoce sus méritos. Solo se habla de su fragilidad en las lesiones, como si la patada agresora en los peroneos fuera una dolencia de musculatura. No, fue un patadón. Y se lo dieron a un jugador que marca la diferencia. Por eso le agredieron con balón al lado como falso justificante. Fueron a cazarle. Le cazaron. Sin embargo, Bale no tiene quien le escriba. No tiene quien le defienda. No es un filtrador. Bale ha recaído ahora en su lesión de los tendones peroneos, operado en noviembre, y se juzga ya que no ha rendido en el equipo español. Todo el mundo quiere olvidar su primera campaña, cuando llegó sin pretemporada y él ganó la Copa del Rey al Barcelona con su escapada en Mestalla. Luego marcó gol en la final de la Décima, el 2-1 que consolidó el triunfo. Pero todo se oscurece mediáticamente cuando se refiere a Bale. Solo se le critica. Otro jugador que fuera español, hablara y cayera mejor sería alabado por estos mismos méritos. El británico es maltratado al ser traslaado a un segundo plano por virtudes que si fueran de otro futbolista veríamos que eran elogiadas. Es verdad que rinde mucho más cuando Ronaldo no está. Toma el liderazgo cuando el portugués no juega. Bale vive una injusticia en su valoración. Se ensalza más lo negativo, su presunta fragilidad, que sus características: velocidad supersónica, regate, disparo y remate de cabeza. En muchas ocasiones se desmarca de manera espléndida y nadie le da el pase, nadie le ve. Es vertical, ofensivo, directo en sus carreras al hueco y pocos las explotan. Puede rendir aún mucho más si se aprovecha su capacidad de desmarque. Pero hoy solo se habla de su fragilidad. A sufrir patadas graves le llaman fragilidad. Bale sigue soportando un estigma que ha vidido durante años. Sí, nunca ha tenido quien le escriba. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 16 abr, 2017
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