Zidane ha contestado con rotundidad a ABC al cuestionarle por su nuevo contrato con el Real Madrid. Su antiguo convenio duraba hasta 2018 y se ha rubricado uno nuevo que anula el anterior y que se extiende hasta 2020. El entrenador asegura, frente a los 222 millones del precio pagado por Neymar, que él vale muy poco. Rechaza que su trabajo se valore por dinero. El francés afirma que se ha negado a colocarse cláusula de rescisión en su nuevo acuerdo. Y el Real Madrid tampoco se lo ha propuesto. ¿Por qué? Porque hay relaciones que trascienden al dinero. Zinedine continuará al mando del conjunto blanco mientras se sienta capaz y tenga la confianza del presidente y del club. El día que eso no exista, no durará ni un minuto.
El técnico lo ha definido perfectamente: Nunca discutiré con el Real Madrid. Los que pelean hasta el último euro en sus roturas de contrato lo hacen porque saben que no volverán a tener una oportunidad tan grande y quieren aprovechar el último gran golpe económico de sus carreras. Zidane nunca ha pensado así. Cuando firmó como responsable del equipo, el 4 de enero de 2016, no sabía ni cuanto ganaba ni hasta qué año llegaba su contrato. No le importaba. Solo quería coger la nave, enderezarla y ponerla a ganar. Vaya que si lo hizo. Dos Champions, una Liga, dos Supercopas de Europa, dos Mundiales de clubes. Siete coronas en año y medio. El 99 por ciento de los preparadores del planeta nunca obtendrán ni uno de estos títulos.
Algunos colegas le criticaron hace un año, dando valor al plantel por encima del entrenador. La envidia produce estragos. Ahora no hablan. Nadie se ha atrevido a realizar rotaciones de seis e incluso de nueve hombres jugándose la Liga cada tres días. Ha sido un valiente que puso en valor a Morata, a Marco Asensio, a Isco, a Nacho, a Lucas y a Kovacic. Todos están cotizados actualmente a escala internacional.
Zidane sufrió como jugador la titulitis de técnicos como Carlos Queiroz, que fundió a un once hasta el agotamiento. Zinedine hace como entrenador todo lo contrario. Y triunfa. Y no tiene cláusula. Y no le preocupa. No sabe ni su sueldo. No todo es dinero, señor Neymar.