La SGAE llevaba ya cinco años de crisis y sumarios judiciales el señalado día, el preciso momento en el que se jodió el Perú –que puede traducirse como el futuro– de la entidad. Fue el 19 de ocubre de 2017, un día soleado en medio de aquel otoño en el que nunca llovía, cuando el entonces presidente José Miguel Fernández Sastrón declaró la guerra a los editores multinacionales. Hoy un juzgado de Madrid ha declarado nulo el acto por el que fueron expulsados de la Junta Directiva de la entidad. Y si nulo fuera aquello de pleno derecho, nulo es, o debe ser, todo lo que vino después por ese motivo. Y lo que vino después es una crisis de la que ya nadie encuentra la salida, que nadie puede tragar.
Aquel día hubo un Consejo de Dirección en el que Sastrón pidió votación secreta –no recogida por los estatutos, aunque usada rara vez en la Junta Directiva– para dirimir cómo se recurriría una sentencia del juzgado número 17 de Madrid, que afectaba a varios artículos de los antiguos Estatutos y también a la continuidad de tres editoriales (Emi, Peer y Warner) que ya habían agotado sus mandatos. La votación secreta sobre el futuro de los editores quedó en empate, y el presidente dio a conocer entonces su voto «dirimente». Todo muy raro, un voto público de calidad para mover el platillo de una votación secreta. Los editores salieron. Y la «Rueda de las TV», que llevaba girando meses o años alrededor de la sociedad, empezó a planificar su asalto a los órganos de poder.
El asalto
Desde el día que se jodió el Perú, como quien dice, como escribió Vargas Llosa en su novela, nada tiene sentido. Si el cese de los editores fue nulo, se abrió un camino irreal para los acontecimientos que venían: nula fue la entrada de sus sustitutos, editores asociados algunos a la «Rueda», y lo mismo puede decirse de sus decisiones.
Entre estas decisiones, los repartos (la pasta) y los cambios de Estatutos, que fueron rechazados por la asamblea –que tal vez intuía que eran nulos– en junio de 2018. Pero rechazados y todo los estatutos, las cuentas y los repartos, estos no se devolvieron ni la Junta los cambió. Y el Ministerio iba dando ultimátum tras ultimátum, menudo papelón de mete-saca, para que los estatutos se adecuasen a la ley. Pero no. Se intentaban otras reformas y al final eran rechazados.
Así que Sastrón decidió convocar elecciones para octubre (fe de errores: no dimitió) y esas elecciones dieron la victoria a la «Rueda» personificada en el presidente José Ángel Hevia, salido de unas elecciones que no ocurrían ya por vía normal. Resultado legítimo pero hechos puestos a cabalgar sobre actos nulos. La nueva situación legal creada tras las elecciones ya hacía difícil volver atrás.
Y la «Rueda» ya no se cortaba, esa fue la más inmediata consecuencia, ya solo trataba de mantener el poder, más duradero que la pertinaz sequía. No reparó en medios ni en esfuerzos. Dándose contra la realidad, Hevia no dejó de mantener sus márgenes en los repartos y también sus cuentas y sus estatutos fueron rechazados en la Asamblea, único órgano que –visto con perspectiva– parece haber tenido la lucidez de ir indicando todo este tiempo que el camino estaba cegado, la carretera cortada y la SGAE se encaminaba hacia un abismo.
Hevia cayó en una moción de censura apoyada por sus propios compañeros y entonces llegó Pilar Jurado. Otra situación legal creada, nueva legislatura, sobre la torre de hechos nulos. Se le pueden conceder las mejores intenciones a la soprano, al comenzar, una carrera para intentar parar la intervención, pero en sus meses de mandato la SGAE ya entró en barrena, expulsada de CISAC y con otros estatutos rechazados, «por poco», como gusta decir a la presidenta. Así que a volver a intentarlo…
Sus actos indican la misma querencia a permanecer contra el sentido común y contra todos en el camino de los actos nulos que van a cumplir dos años pronto. Y su último volatín, convocar una asamblea en octubre y sacar partido de la huida en masa de músicos y gentes del audiovisual para aprobar esos estatutos (u otros, no sabemos) que no salieron por poco es realmente inefable. Ayer supimos por Sastrón que los trabajadores han escrito para pedir elecciones (y sentido común) antes de que la SGAE se termine de despeñar.
Y a todo esto, Teddy Bautista ha regresado a la Junta, por una dimisión que hizo correr las listas. Y uno se pregunta cómo lo verá, todo esto, una persona que dirigió la SGAE en su momento de gloria. Lo sabemos: su imaginación no daba para lo que está viendo, en el peor sentido. Solo hay que ver la división del colegio de músicos, el de Pequeño Derecho, para intuir el manejo de los hilos de “la Rueda”, cada vez más tirantes. ¡Y saber que todo es nulo! Desde octubre de 2017, se dice pronto.
Y pronto no habrá cómo volver atrás.
Otros temas Jesús García Caleroel