El pasado domingo, en una conferencia enmarcada en los actos de celebración del 140 aniversario del PSOE, la vicepresidente en funciones Carmen Calvo sorprendió a la opinión pública arramplando con el “feminismo”, al afirmar: “el feminismo es de todas, no bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista”.
Al expresarse de este modo, Carmen Calvo hace tres afirmaciones, cuya exactitud debe ser detenidamente valorada. La primera es que el feminismo puede ser exclusivamente de “alguien”; la segunda, que puede ser adquirido por el solo hecho de “currárselo”; y la tercera, que quien se lo “curró” fueron los socialistas. Veamos.
Según el Diccionario de la RAE, por “feminismo “se entiende “principio de la igualdad de derechos de la mujer y el hombre” y “movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”. Pues bien, un “principio” (“base, origen, razón fundamental sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia”) o un “movimiento” (“desarrollo y propagación de una tendencia religiosa, política, social, estética etc., de carácter innovador), una vez que surgen y se ponen en marcha, no pueden ser de nadie en exclusiva. Son como el aire que es de todos y nadie puede apropiárselo en exclusiva.
En segundo lugar, el feminismo, entendido como un bien o valor, tampoco puede ser adquirido por el “curro”. Parece que la Vicepresidente entiende que el “feminismo” era un bien apropiable por su naturaleza y que, de acuerdo con el artículo 610 del Código Civil, el PSOE lo adquirió por ocupación: apoderándose de él. Pero esto no es posible porque no estamos ante un bien apropiable, como los animales que son objeto de la caza y pesca, el tesoro oculto y las cosas muebles abandonadas, de los que habla ese precepto del Código Civil.
Finalmente, si lo que quiere decir Carmen Calvo es que fueron del PSOE las pioneras del feminismo, tampoco es cierto, porque Victoria Kent, se opuso al voto femenino, Clara Campoamor no se afilió al PSOE, y lo mismo cabe decir de otras insignes defensoras de los derechos de la mujer, como Emilia Pardo Bazán o Concepción Arenal.
Ahora bien, si lo que reclama la vicepresidente es la paternidad del actual feminismo radical y la exacerbación de la lucha de sexos, no tengo ningún inconveniente en reconocerle su autoría y paternidad. Aunque pienso que ese movimiento no es para presumir y sentirse orgullosa por la tensión social, los enfrentamientos y la alteración de la convivencia democrática que genera. En todo caso, tras reivindicar la titularidad del feminismo radical, espero que no tengan después la cara dura de imputarle a los partidos de centro y de derechas que son los que generan tensión social.
Política José Manuel Otero Lastresel