Alguna vez leí que el cerebro humano ante la realidad que tiene delante puede reaccionar de las siguientes maneras: los hay que captan perfectamente lo que tienen ante sí; hay otros que son incapaces de comprender lo que tienen delante; y, finalmente, hay otros que incluso llegan a ver lo que no existe. Voy a partir de que, los cerebros de los ciudadanos que vieron los dos debates televisados de nuestros 4 líderes políticos, eran de estos tres tipos. Pero para los efectos que aquí me interesan prescindiré de los que tienen cerebros tan imaginativos que llegan a ver lo que no existe. Y añadiré que, en lugar de situarme en el plano individual de la reacción de cada uno de los televidentes, voy a reflexionar sobre las reacciones que han publicado los distintos medios de comunicación.
No voy a ser tan partidista como para sostener que los medios que captaron perfectamente la realidad de los debates fueron los que defienden las ideas del centro y de la derecha, mientras que los partidarios de la izquierda, desde la moderada hasta la más radical, resultaron incapaces de comprender lo que tenían delante. Lo que sí me atrevo a afirmar, en cambio, es que, contemplando todos los medios una única y misma realidad: los dos debates, hubo reacciones para todos los gustos; y que el punto más relevante “de quién resultó el ganador”, depende mucho de la orientación ideológica de cada medio.
Así, para los medios de centro y de derecha, el ganador global de los dos debates fue Rivera, seguido muy cerca por Casado, mientras que el perdedor, y además en ambos debates, fue Pedro Sánchez. En cambio, los medios de izquierdas, incluidos los que están más identificados con las facciones más radicales, dieron como vencedor a Pablo Iglesias, sobre todo por su moderación, y sobre la actuación de Sánchez lo más que se atrevieron a señalar es que salió indemne de los debates. Lo cual es reconocer implícitamente que sus actuaciones fueron manifiestamente mejorables. Estos medios dieron por lo general como perdedor a Casado.
Conviene reseñar, sin embargo, que toda la prensa coincide al señalar en que así como en el primer debate los contendientes no fueron especialmente agresivos, el segundo fue bastante bronco ya que hubo constantes interrupciones e insultos. No sé si ese modo de comportarse es un signo de los tiempos actuales, pero tengo para mí que es una manera de debatir que está más extendida de lo que parece. Hay programas del corazón y de tertulias deportivas en los, con mucha frecuencia, hay conversaciones tumultuarias plagadas de acusaciones e insultos, y en las cuales, si el moderador no ejerce férreamente su cometido, los televidentes acaban enterándose muy poco por culpa de los contendiente de lo que se está discutiendo.
Los debates se organizaron, fundamentalmente, para ayudar a los indecisos a despejar todas sus dudas sobre su opción de voto. Visto lo visto, no sé si habrán logrado despejar muchas dudas, pero con lo que yo personalmente me quedo es que ningún medio se ha atrevido a dar como ganador de ninguno de los dos debates al presidente del gobierno. Hay medios que lo dan como perdedor y otros que lo más que se atreven es a decir que mantuvo el tipo. Lo cual es muy poco para un presidente del Gobierno que acude a los debates disfrutando de los ventajas que le da el poder.
Política José Manuel Otero Lastresel