Dice el Diccionario de la RAE que por “escrache” se entiende “la manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o de la administración, que se realiza frente a su domicilio o en algún lugar público al que deba concurrir”. De esta significación gramatical resulta que el “escrache domiciliario” es una reunión concertada para protestar, presionar y denunciar a una persona, generalmente un político, de la que se discrepa en su manera de ejercitar el cargo o en algunas de sus decisiones concretas. Jurídicamente, se está ante una actividad encuadrable en los derechos de reunión y de libertad de expresión que tienen como límite los derechos a la intimidad y al honor del sujeto que recibe el escrache.
Pues bien, recientemente, un miembro del partido Unidas Podemos, el gallego Gómez-Reino, en un mensaje colgado en su perfil de Twitter afirmó: “No se puede normalizar ni un minuto más la persecución, el acoso y el hostigamiento a Pablo Iglesias, a Irene Montero ni a ningún militante o ciudadano de izquierda. Es lo que pretenden algunos poderes y lo que ejecuta la extrema derecha. Que quede claro, ¡Es acoso fascista!»
O sea, que según Gómez Reino (que por cierto sigue reflexionando en lugar de dimitir por sus desastrosos resultados electorales) el escrache es un jarabe democrático (expresión acuñada por el propio Pablo Iglesias) que solo es saludable si el que lo “toma” es de derechas.
Es increíble que no sientan rubor al poner estas cosas por escrito en las redes sociales. Lo que me pregunto es si de verdad se lo creerán o si solo lo dicen para que se lo creen sus bases y simpatizantes. De todos modos y por paralelismo, si se admite lo que dice Gómez-Reino por la misma razón habría que aceptar que los escraches a políticos de derechas es algo que pretenderían otros poderes (se supone que de izquierdas) que los habrían ejecutado los comunistas y, por tanto, que tendría que quedar claro que son escraches “totalitarios”. Y entonces la pregunta surge por sí sola: ¿donde está escrito que los escraches de los totalitarios son buenos y los de los fascistas malos?
Como acabamos de ver, el derecho de reunión y la libertad de expresión, que ejercitan los “escrachantes” y sus limitaciones el derecho a la intimidad y el honor del escrachado, los tienen todos los ciudadanos con independencia de su ideología política. Razón por la cual la afirmación del mencionado político “podemita” solo puede deberse a una boutade, a su ignorancia, o al deseo de dar jabón al líder supremo para que se olvide de los malos resultado electorales de Galicia.
Política José Manuel Otero Lastresel