Acabo de oír, una vez más, durante la mañana de hoy, la intervención de la Diputada canaria Ana Oramas, y de nuevo me ha producido la sensación de que es una parlamentaria excelente. Más de uno diría que es el paradigma del sentido común del político brillante y eficiente. Y no le faltaría razón. Porque cuando sube a la Tribuna del Congreso y habla, hace gala de un “modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las personas” Diccionario de la RAE).
Pero bien miradas las cosas creo que la parlamentaria Oramas tiene un sentido propio muy desarrollado que la convierte en una persona de mucho nivel. Y ello porque no creo en la existencia de un sentido común en el sentido de que la generalidad de las personas tengan un modo de pensar y de proceder coincidente hasta el punto de poder ser calificado como “sentido común”. El modo de pensar y de proceder de cada uno es su sentido propio. Y como dijo Unamuno: “existe gente que está tan llena de sentido común que no le queda el más pequeño rincón para el sentido propio”. A Ana Oramas lo que le sobra es sitio para su sentido propio y lo tiene tan bien conformado que es un ejemplo de sensatez.
Por eso, no es acertada la idea extensamente difundida que considera el sentido común como el menos común de los sentidos. Este pensamiento parece expresar una aporía: racionalmente no se puede calificar un sentido como común y decir al mismo tiempo que es el menos común de todos. O ese sentido ha sido mal adjetivado al llamarlo común, o se está haciendo una pirueta mental ingeniosa, pero inexacta, al decir que tal sentido es a la vez común y poco habitual.
Por lo que antecede, yo prefiero hablar de “sensatez”. Ana Oramas tiene la cualidad, cada vez más escasa en nuestro tiempo, de ser sensata; esto es, “prudente, cuerda y de buen juicio”, lo que debe, sin duda a su personal forma de ser, a su sólida formación intelectual y al talento de saber captar en todo momento el sentir del pueblo. Todo lo que dice, la pausa que emplea para expresarlo, y el énfasis con el que remarca lo relevante, sin caer en el defecto de muchos políticos que solo enfatizan lo obvio, convierten sus intervenciones parlamentarias en piezas muy brillantes y con notable interés político, porque en Oramas se cumple a la perfección el fenómeno político de que encarna como nadie la voz del pueblo (y no solo de los habitantes de Canarias) en el que reside la soberanía nacional y que es frecuentemente olvidado por los que se mueven exclusivamente por la conquista y la conservación del poder.
Política José Manuel Otero Lastresel