El amor y el miedo son dos de los sentimientos que más influyen en nuestro comportamiento. Hoy la Constitución cumple 44 años y ante ese texto jurídico que nació para ser de todos y para todos, los españoles mostramos diferentes actitudes.
Los hay que viven completamente al margen de la Constitución, pero a pesar de ello la vigencia de la Carta Magna no les resulta indiferente: es precisamente el estado de libertades que ha instaurado y el Estado de Bienestar del que gozamos lo que hace posible que pueda vivir, en el sentido literal de la palabra, ignorando la Constitución.
Hay otros que están radicalmente en contra y que dicen que quieren “marcharse” de la España constitucional. Y escribo que “dicen que quieren marcharse” porque no es verdad que quieran marcharse. Si solo quisieran esto ya se habrían ido hace mucho porque nunca se lo hemos impedido. Lo que quieren de verdad es “irse y llevarse con ellos” una parte de España, que es de todos nosotros. Y a eso no estamos dispuestos porque no hay razón de ningún tipo que justifique esta amputación traumática de nuestro territorio.
Y hay, finalmente, los que defienden la Constitución, ya sea por miedo, ya por amor. El miedo lo retrata hoy perfectamente en el ABC la viñeta de JM NIETO. Se ve a Pedro Sánchez con un mazo demoliendo un 78 de piedra y al ir cayendo los cascotes se ve el número 36, año de nuestra fatídica guerra civil. Y es verdad, hay muchos españoles que ven en la Constitución un dique de contención contra los excesos de otros tiempos que tuvieron tan trágico final.
Y finalmente hay otros españoles que amamos nuestra Constitución, que vemos en ella una oportunidad que difícilmente volverá de compatibilizar nuestros intereses contrapuestos en un clima de convivencia democrática con plenas libertades y en un orden económico y social justo. Yo me sumo a estos últimos porque es mejor amar que temer y grito con la fuerza de todo mi intelecto VIVA LA CONSTITUCIÓN de 1978.
Política José Manuel Otero Lastresel